Tuesday, December 29, 2009

82 años

Año con año, mi madre y yo buscábamos qué regalarle a mi abuelo. Siempre quisimos encontrarle una boina que le gustara, y que sustituyera la que se compró en Sea World en el mismísimo año del caldo, con Shamoo en la tatema. Jamás lo logramos.

También le buscamos chamarras y suéteres para que dejara ya por la paz el suéter cruzado azulito de Lacoste que se metía solito al clóset mientras mi abuelo se metía a bañar. Nomás no. Corbatas, calcetines, un bastón. Siempre nos agradecía con la sonrisa de oro que ocultaba el diente de plata, y los regalos iban directo al armario. No dudo que Afif haya acuñado el término roperazo.

Nos rendimos después de un tiempo y le empezamos a regalar lo que siempre consumía, invariablemente, sin restricción: un flip de Benson&Hedges y el Bachardau le blanch. El dúo dinámico que terminó por comérselo, pero ya, qué más daba, así quería vivir su ocaso.

Las comidas en casa por el cumpleaños de Afif tenían normalmente una suculenta sobremesa en la que por supuesto, él era el protagonista. Historias de a montón, todas con aderezos distintos, de soltero, de casado, de papá.

Tal vez tiene algo que ver el hecho de que haya sido vecino de cumpleaños de los Santos Inocentes, pues le fascinaba hacer bromas. De mis favoritas, cuando le tapizó de ladrillos a un amigo la entrada de su tienda en el centro, y aquel desquiciado se fue a otras calles dudando que su negocio estuviera ahí.

Hoy mi abuelo cumpliría 82 años. Y si el 2009 tuviera 20 años menos no estaría en la redacción, sino comiendo con él en la mesa de Eugenia. En cambio, me la paso ingeniando nuevas bromas, honrando su memoria con risas y sin lágrimas. La historia de un hombre con muchos defectos, pero con cualidades tan grandes que hacen imposible recordar los primeros.



Con un beso para allá arriba en el cielo.

Sunday, December 27, 2009

La U.N.I.C.A. disculpa

Esta es una disculpa. Que no es lo mismo que un pretesto, ni una escusa (sic). Si fuera alguna de las anteriores, comenzaría con el mexicanísimo prefijo "esque", y además no me la creerían.

Desde que abrió este blog en el verano de 2006, su u.n.i.c.o. propósito ha sido el de habilitar el músculo de la escritura. Y para ponerse mamado de las letras, no hay otro gimnasio disponible más que éste. Ya todos los debates, encuentros y desencuentros, catarsis, escupitajos, mensajes y cuentos derivados del mismo, pasan a ser meras circunstancias de la vida. Chingonas, pero circunstancias al fin.

A pesar de que en diciembre no había escrito una sola entrada antes de ésta, el 2009 ha sido el año más productivo para u.n.i.c.o. con 117 posts, contra los 109 de 2008, 69 de 2007 y 78 de 2006. Cierto es que unos cuantos fungen como promocionales a The Korova Milkbar, donde desenfundo pasiones cada lunes, pero bueno, igual cuentan.

A este pinche blog tengo que agradecerle un chingo, muy cabrón. He conocido a gente que hoy es parte de mi vida. Ha provocado que varios abran su propio blog y experimenten el ciberdesfogue. Me ha impedido entumirme en los momentos de peor atiborre burocrático en la oficina. Ha sido el mejor terapeuta, porque no cobra, escucha mucho y no se pone a decir pendejadas.

Y sobre todo, ha reunido a un grupo de lectores que suele pasar por aquí para ver qué encuentra, y aunque nunca coinciden, siempre hay uno, al menos un lector, que se lleva algo de provecho ya sea por empatía, desacuerdo o simple distracción.

Por eso, pido una disculpa. Ni la pidieron, pero por todo lo anterior, la pongo en la mesa. De paso, les pongo el link del nuevo dominio que ya compré: www.soy-unico.com, y que servirá como nuevo hogar de u.n.i.c.o. desde el próximo 11 de enero, mientras pulo los detalles. En tanto, me serviría cabrón que le echaran un ojo y me dijeran qué les parece.

Tons, así le hacemos.


Para todos aquellos que dijeron que no mamara, que ya me dejara de la pinche hueva y me pusiera a escribir.

Monday, December 21, 2009

Pedir posada

Una razón más que suficiente para dejar de jugarle al Grinch: la Casa de la Bugambilia.


Para la Familia Díaz Briseño.

Tuesday, December 15, 2009

Tomar taxi en Buenos Aires

Dado que la presión de HMI y comparsas es más dura que el SME, debo ponerme a chingarle. El jueves habrá post nuevo, os lo prometo.

Mientras, va un post de The Korova Milkbar:

Tuesday, November 24, 2009

Todas las chicas solteras

Hace unos meses, en el cumpleaños del gran Bobby, acudimos a cierto antro del poniente de la Ciudá para festejar a tan amado personaje. Previamente, hicimos dos paradas en sendos lugares de febril convivio, por lo que no necesitamos mucha cuerda entrada la noche para cometer actos de irresponsable ridiculez.

Como número principal de la noche, a mí se me ocurrió, no sé por qué demonios, brincar del sillón cuando transmitieron el video de "All the Single Ladies" en las pantallas del lugar, para inmediatamente comenzar a contonearme, con mi inmensa humanidad integrada, al ritmo de la morena melodía.

Mi perspectiva es que hice un numerazo digno de apertura de los MTV. La perspectiva real es que bailé de la chingada, pero que al menos hice reír a varios. Tal fue el éxito de la coreografía, que ya se me ha solicitado en otros lugares de perdición, y hasta en bodas en Acapulco. De hecho, está por cumplir las 100 representaciones, y pienso invitar a la real Beyoncé a que devele la placa.

Planteo todo este prólogo, porque el maestro WJPorter tuvo a bien mandarme un video... sublime, por decir lo menos. Pero esta mujer, a pesar de que parecía imposible, rebasó por mucho, mi pendejez explícita.







¡Sóoooobeseeee!


Para Miranda Hooker, miembro honoraria del club de los que nos pegamos donde sea, y cuyo presidente vitalicioso es Goofy.

Monday, November 23, 2009

El maestro del regateo

Hoy, en lunes de Korova, una lección de mi abuelo, una más, del máster del regateo:


Para Afif, una vez más. Y las que faltan.

Thursday, November 19, 2009

Alcohol mata farándula

PapáDios: Chanfle, dime tus pecados, hijo mío…
ChanfleII: No jefe, ps mire, verá que soy un poco temperamental, necio a madres, un tanto voluble, no me mido cuando de postres se trata… y me gusta… me gusta… me gusta OV7 padre.
PD: ¿Qué te gusta qué?
ChII: OV7.
PD: Chale hijo, está muy cabrón que te guste esa madre, arrepiéntete… (Nos ha quedado claro a través de la historia que Dios también se encabrona, ¿o no?)
ChII: ¡No, ni madres! Me arrepiento de la necedad, de los postres… y hasta de una que otra garra, pero de OV7, ¡ni madres jefe!
PD: No ps, si te gustan esas mierdas, no hay ni cómo hacerle. Al menos ya te agarré confesado.

Así sería (yo supongo) una confesión con el más grande si acaso yo tuviera que exponerle mis placeres culpables. Y como verán, de ese gusto perpetuo por OV7 no me avergonzaría.

Me declaro seguidor de OV7, desde sus tiempos en que mamonamente se hacían llamar Onda Vaselina, época en que su padrón constaba de 3 docenas de peladitos bailando cada quién con su cada cuál. La adolescencia fue aplicando la selección natural y el róster se fue depurando, hasta llegar a un punto donde quedaron 7 elementos.

Todos ellos tienen años más, años menos mi edad. Y definitivamente el factor carne fue decisivo para que siguiera de cerca sus cada uno de sus pasos a través de Telehit, en particular, los de Lidia Ávila, quien fungió durante tantos años como patrona de mis deseos más perturbadores (por no decir, patrona de mis…).

Musicalmente no era así como que me iba a sus conciertos a desbordarme cual groupie setentera, pero digamos que sí me sabía sus rolas por considerarlas pegajosonas a pesar de su ligereza excesiva, al grado que tengo una que otra en mi iPod.

Saco el tema a colación (nunca he entendido esa expresión), porque ayer fui a Galerías Insurgentes y al entrar a una tienda Steren me percaté que en el mostrador había una caja que promovía (es un decir), los discos de cierto “artista” (sin quitarle las comillas, por favor), llamado Ari Borovoy.

Así:

Ari Borovoy, para quienes no lo sepan, era un integrante de OV7 que mancilló sin cesar las carnes de Lidia Ávila y otras integrantes de la agrupación, y que tras la desintegración de la misma decidió, cómo de que no, lanzarse como solista.

Y ya saben cómo le hace Televisa para cumplir caprichitos. Cuando saben que alguien no va a pegar, le hace promoción hasta en sus programas más pedorros que llevan nombres como “Órale” o “Muévete”, y los ponen a decir cosas como: “Ay amigos, yo soy Ari Borovoy y les invito a que compren mi más reciente producción discográfica llamada “Pasajero”, y pues, se llama Pasajero porque éste es mi propio viaje, o sea, OV7 quedó en el pasado, y éste es mi propio camino, mi propia odisea de lo que yo soy pasajero, y éste… cuenta con arreglos del señor Memo Méndez Giui, tipazo, la verdad, y éste… estoy seguro que les va a gustar…”

(Enanos y vedettes bailan atrás con el afán de denotar alegría, cuando todos, hasta el ser con el más fétido de los gustos, sabe que el disco es una mierda y no tiene futuro)

El caso es que viendo la caja, me surgió la cosquillita de saber cuántos discos podría vender Ari Borovoy. Y sobre todo, cuánto éxito podría tener al venderse en una tienda Steren, donde sólo tienen teléfonos, cargadores y artículos por el estilo que comprarían ñores que definitivamente no se tirarían ni un pedo por adquirir “Pasajero” de Ari Borovoy.

Conté los discos de la cajita, y eran 9. Había sólo espacio para uno más.

Venta total de discos “Pasajero” de Ari Borovoy: uno.

Chale.

Y entonces le pregunté al joven que sale atrás en la gráfica. Oiga, ¿cuánto tiempo tiene esta caja de “Pasajero” de Ari Borovoy aquí en el mostrador?

“Uuuuy joven, así estaba el día que llegué a trabajar a esta tienda”. ¿Y hace cuánto llegaste?

“No, ps, hace más de 6 meses”.

Mensaje directo para Ari Borovoy. Maestro, si estás viendo este post, neto, manda a la chingada a tu encargado de mercadotecnia porque es un pendejo o te está viendo la cara, tu disco “Pasajero” debería estar en las tiendas de chicas deseosas de amor o de fantasías con famosos, o bien, de chavas más creciditas que te ubiquen por OV7, y no en una tienda donde sólo entran a comprar teléfonos.

Antes de partir, pregunté qué coños era el aparatito que se vendía al lado de “Pasajero” de Ari Borovoy. Y me dijeron que era un autoalcoholímetro portable, ajustable como llavero, producido para decirte con un foquito si pasas la prueba del Añejo, o si mejor te quedas otro rato en el bar mientras se te baja.

Una pinche maravilla.

Oiga joven, ¿cuántos de estos se venden al día? “Uuuuy joven, se venden como 3 al día”. ¡Huevos! ¿Y cuánto cuestan? “240 pesos”.

Alcohol mata farándula. Explotémoslo al máximo ese nicho de mercado.

PapáDios: Ari Borovoy, dime tus pecados hijo mío…
Ari Borovoy: Padre, saqué un disco de solista…
PD: ¿Qué?
Ari Borovoy: Sí, de solista…
PD: ¡Pero es que eres un pendejo! ¿Cómo se te ocurre sacar un disco de solista si OV7 pegó sólo porque es un producto perfectamente cuidado? ¿Quién te crees? ¿Fergie? (No, si Diosito le sabe a la música, ¿qué creen que sólo escucha Ray Coniff? No, ni madres).
Ari Borovoy: No jefe, y eso no es lo peor.
PD: ¿¿Quéee??
Ari Borovoy: Yo, yo manejé mi propia mercadotecnia…
PD: ¡No tienes madre!
Ari Borovoy: Es que gueeee, ¡soy un artista completo gueeee!

Moraleja: Si no sabes nadar ni te acerques a la alberca, quédate asoleando.


Para Julissa.

Friday, November 06, 2009

Güero cuando no llueve

Siempre quise ser güero.

Desconozco si el hecho de que de chavo alguien tuvo la (no-tan) ingeniosa idea de aclararme el pelo al grado de tenerlo tono Manzanilla Grisi haya influido en ese deseo oculto. Pudo ser también porque el tal Rodrigo, quien iba un año arriba de mí en la primaria, era güero, era cool porque le gustaba Nirvana y todas las chicas desvivían por él mientras a su servilleta sólo lo fumaba Martita la de la caja y nomás como por ternurita. Otra opción es que la tele, poderosa dama ella, me haya retacado de imágenes en que los exitosos eran güeros y no hubiera un personaje correspondiente a mi boligómica forma con visos de superación personal.

No lo sé, pero siempre quise ser güero.

Siempre quise ser güero, pero no por el camino que optó mi madre, quien según ella, “se me puso de ese color el pelo por el cloro de la alberca”. Cálmate má, como si hubiera ido diario a nadar con el miedo que me daba el agua. Esa güerez sólo causó burlas de parte de mis primas, especialmente de Ju. Claro, como si yo a los 3 o 4 años pude haber decidido ir al súper (al Sumesa, supongo), para comprar mi Manzanilla Grisi y exigir a mi madre, complaciendo ese incomprendido wannabismo, que me hiciera güerever2000.

Pero la vida siempre te da revanchas, y por eso existen las fiestas de disfraces de Inphidelio.

Para la tanda de Jalogüín la modalidad es libre, lo cual no siempre es bueno, pues uno se confía en que al final puedes agarrar cualquier máscara y ser el Hijo del Santo y con ello concretar el disfraz más pedorro en la historia de los disfraces. El doble filo es una constante en la modalidad libre, así que pensé en irme al extremo de lo ridículo.

Así fue como llegué a Casa Tostado, paraíso de la vestimenta teatral. De paso, tienen también botargas diversas, algunas muy pero muy tiradas a la mierda, pero otras cuantas bastante aplicables. Y para empezar, yo tenía en la mente un solo personaje:

Barney (Sí. Barney, el que es un dinosaurio que vive en nuestras mentes).

Procedí a pedir el disfraz de Barney y sentí mucha admiración por aquellos que se ponen una botarga por necesidad. Ah qué puto calor hace, increíble. Y peor fue cuando me puse la cabeza del dinosaurio y descubrí que eso y una caja de huevo El Campeón era lo mismo: no se veía ni se respiraba un carajo.

Así que aborté la opción Barney e intenté al Pato Donald. Traje de peluchito blanco, más un traje de marinerito muy puñal (como no me iba a poner eso, más bien contemplaba ser el Gansito Marinela). Sin embargo, cuando intenté colocarme lo que viene siendo el cabús del Pato, simplemente no me entró. Posdata, estoy más nalgón que el Pato Donald.

Procedí a pedir la de Tigger, y me quedó perfecto. Color naranja Jaguares de Chiapas, cómodo, me podía sentar y no tan acalorado. El inconveniente vino cuando quise montarme la cabezoa de Tigger y simplemente no entró. Y luego me dio más miedo que pudiera entrar y no salir, así que opté por no forzar el que pudo ser mi disfraz ideal.

Por último, me puse un traje de Winnie Pooh, pero como ahí era a huevo con el rostro destapado pues no me iba a librar de las fotos escasamente condescendientes y digamos que no, no era lo mío. Antes de salir decepcionado, el ñor de Casa Tostado me propuso un traje de ehikzio en 800 varos y le dije sí andale guey cómo no, ¿no le pierdes?

Pero como no soy ningún pendejo, sino que solamente tengo la cara, ya había contemplado una opción B. Era una alternativa que no implicara mucho riesgo, dinero y esfuerzo. Una celebridad que denotara un cambio, pero que tampoco implicara un extreme makeover. O sea, no Mijares, pero tampoco Ru Paul.

Decidido, me fui a la tienda de pelucas con dos rostros en la mente. Slash y Axl Rose. El primero tenía la dificultad de que no sólo necesitaba le peluca, sino algún sombrero de copa que hiciera más notorio el atuendo. Y Axl, en cambio, requería únicamente la peluca y un paliacate.

En la tienda del centro a la que acudí, me atendió con disposición una chica que pacientemente me mostró el rubio cenizo, rubio platinado, rubio Yuri, rubio cuandonollueve y finalmente rubio AxlRose.

Secuestrando miradas a mi paso a lo largo del localito, me miré al espejo, vi mi frustración hecha trizas y mis ansias calmadas. Ante los ojos de varias señoras de esas que llevan bolsa de mandado y monedero en mano, sólo atiné en pensar una cosa. No mames, de güero te ves de la riata.

Una vez llegada la cita, había al menos que tener actitud. Previamente fui al Chopo para comprar una playera de GunsNRoses y fortalecer el disfraz por si acaso salía un pepino a preguntar, tsñá, ¿y ése quién es? “¡Axl pendejoooo!, ¿qué no ves?".

Gracias a la playera, eso no sucedió.


A final de cuentas llegué ajuareado como Axl y pues sí, sí tuvo éxito. Hubo numerito, claro está, y hasta el lujo me di aventarme para un tremendo hand surf en la sala de Inphidelio. Pero como no hay público y en el sillón sólo estaba Diego medio borracho, pues sólo terminó aplastándolo y varios más me cayeron encima para una inefable bolita de la cual no salí lastimado.

(Noten cómo una estrella, sin importar lo ridículo de la circunstancia, nunca deja de cantar).

No faltaron los inadaptados sociales que pretendieron que mi peluca fuera de Laura León y no de Axl Rose. Vaya, los complací con unos quiebres de la Tesorito, pero nomás para calmar a las bases.

Al final, llegué a la conclusión de que ser güero no es lo mío. Menos con el pelo largo y con el rol de rockero noventero bastante “recuperadito”. Lo mío es el café popular, con todos sus pros y contras.

Definitivamente ser brunet es mucho mejor. A mí jamás me confundirán con Laura León.

Friday, October 23, 2009

Clasificaciones de mi abuela

Inevitablemente, uno clasifica a la gente que participa en su vida. Clasificamos las verduras, los animales y los hidrocarburos, ¿por qué no habríamos de clasificar a nuestra gente? Y dentro de ese microuniverso clasificatorio, yo tengo una división muy clara: la gente con la que me gusta estar, y la que no. Mi abuela, como ya lo habrán notado, es la emperatriz absoluta del primer grupo, y cada día me da nuevos elementos para atribuirle novedosos títulos nobiliarios.

Esta semana, comiendo con ella y mi hermano, fui testigo de honor de varias discusiones dignas de enmarcarlas en chapa de oro. Una de ellas fue la profundísima disertación acerca de la actuación de John Travolta en la película Subway 123. Mi abuela, distraída como ella sola, no recordaba el final, o eso decía Rodrigo, a quien le creo más... pero no tanto. Mi abuela rebautizó a Denzel Washington como John Washington, y luego John Hamilton. Después fue "el negrito". Al final me perdí entre tanto alarde cinematográfico tanto de mi abuela como de Rodrigo, porque la risa terminó empañando mi parabrisas mental.

Pero el comentario al que quiero hacer alusión vino un día después, cuando mi abuela me narró lo que había acontecido en La Academia (versión LXIII: demasiado viejos para seguir cantando). Cabe aclarar que las narraciones de mi abuela requieren un desciframiento muy cabrón, porque nunca se acuerda de ningún nombre, y a veces ni siquiera de la misma persona. Por ejemplo: "oye, ¿ya viste lo de Argentina?". ¿Qué de Argentina, abuela?. "Lo del gordo, ¿cómo se llama?". Maradona, abuela. "Sí, Maradona, que le dijo no sé qué al otro señor". ¿Qué señor abuela?. "Uno alto". Mmmmm... ¿Bilardo? "Ay, no sé". Entonces ¿para qué carajos me lo cuentas abuela, si ni te acuerdas?. "Es que tú sabes el nombre". ¡Sí sí, pero quieres que adivine de quién me vas a contar algo! "Por eso". Y así.

Entonces se arrancó a decirme que el güero éste de La Academia (Gavito, abuela), le dijo a Lola (Cortés) que los cantantes no sabían expresarse correctamente. Lola, que ahora es la directora, los defendía. Y entonces a Gavito se le ocurrió decir "haiga". Y que se para Lola y le arma un pancho.

De pronto a mí, que a veces se me olvida que mi abuela no entiende el concepto de hipertexto (bueno, a veces no entiende el concepto de foco), se me ocurrió interrumpirla para decirle que Gavito había descubierto a Molotov.

"Ah mira, tú".

Con recelosa duda, mi hermano se metió intempestivamente a la conversación y retador la cuestionó: "A que no sabes qué es Molotov". Y mi abuela, airosa ella, ave de tempestades, diva de lo intrascendente, dominadora del lenguaje, respondió muy altiva y orgullosa:

"Claro que sí. Es un conjunto".

Estruendosas carcajadas soltamos mi hermano y yo al mismo tiempo, y mi abuela con nosotros sin saber por qué. "Conjunto". No banda, no grupo. "Conjunto".

Es que la amé, diría mi prima Julié. ¿Por qué? Pues porque mi abuela, en su Encarta mental, clasificó a Molotov, que es así:


Igual que a esto:

O a esto:

O en una de ésas, hasta igual que esto:

Fin de la conversación, cierren las puertas. Con una palabra, mi abuela le ha declarado la guerra a la nomenclatura MTV, y sin piedad. Qué importan las clasificaciones, los conceptos, las etiquetas. Si todo es tan fácil como decir "conjunto". O tan fácil como iluminarme la vida con una palabra, algo que nadie puede hacer.

O a los 73 años, dejarse despeinarse o pegar o hasta alburear conmigo. O dejarse tomar esta foto para sus fans:

Es que la amé. Otra vez y siempre.


Para mi bisabuela María, madre de la madre de mi madre. Bendita sea ella, que está en el cielo.

Tuesday, October 20, 2009

Una larga línea de baba

Hablar de aviones me hizo recordar tantas estúpidas sensaciones que despierta el hecho de viajar por aire.

No sé por qué, pero es verdad, quien se sube a un avión estando soltero (o a veces sin siquiera estarlo), anhela fervientemente que a su lado se siente una celebridad, con la que afanosamente se pueda poner a platicar y le revele íntimos secretos del mundo de la farándula. Esto, con el propósito de ir a presumirlo en cuanto se baje del avión, o bien, convertirlo en un post años después.

El otro deseo oculto de todo pasajero aéreo es que a su lado se siente una bella damisela dispuesta a entablar una bonita conversación, intensa pero intrascendente, y que al final desemboque en lo que ha sido idealizado como una de las más añoradas pero improbables maneras de ligar.

Esto me vino a la mente porque hace algunos años, cuando todavía reporteaba, me mandaron al partido Culiacán vs. Pachuca. El vuelo era en un sábado, a las 2 de la tarde, pues el partido era a las 7, y mi regreso estaba programado al día siguiente muy temprano por la mañana. Llegué a la sala de abordar con una pequeña maleta en mano, y antes de desparramarme en algún lugar, analicé fríamente si había algún objetivo digno de rodear. Y que sí.

Blonda caballera, ojos pispiretos, menudo figurín, chai latte sin azúcar en mano, se hallaba una princesa sin guaruras ni ranas alrededor. Prego, caldufo por naturaleza, me senté a un par de lugares de ella en la sala de abordar, muy casual y discreto como soy yo, ya saben. Tiroteo de miradas atrabancadas y no hubo barreras de mamonería de por medio, al menos por el momento.

Clave es la línea que uno debe tirar de primera instancia, porque esa marcará la trayectoria del ligue en cuestión. Sin esperar ni pensarla mucho, volteé con mi batido de fresa con harta chantiyí en una mano, y con un grasiento panini de 3 quesos en la otra y le dije muy sutilmente: “Holaaaaaaaghhh” (en realidad sólo dije Hola, pero ps son los efectos especiales).

Habituado a la inexplicable pedantería de las chilangas, la chica en cuestión sonrió de inmediato y se armó la conversación. Resulta que venía de sus vacaciones en Cancún, y estaba haciendo escala en México. Culichi de nacimiento, estudiaba medicina en la capital sinaloense, y ya estaba por acabar la carrera. Yo le tiré el choro éste de que trabajaba para un periódico, vinieron las 5 o 6 preguntas idiotas que todo desinteresado en mi chamba hace de rigor para aparentar que le importa aunque en el fondo le vale madres, y de repente ya estaba el peloteo y ni siquiera habíamos trepado al avión.

¿Qué asiento tienes? Era algo así como 13B, y yo tenía un 12A, por ahí, el caso es que era sólo una fila de distancia. Perfecto, pensé. No se verá tan aborazado que me cambie una fila para estar junto a ella. Caminamos muy románticamente el túnel rumbo al avión, y estaba a punto de sentirme George Clooney de no haber sido por la perejila que muy poco sutil me pidió: ¿Sí podría tirar su sangüis defavor? “Ehh, jeje, por supuesto”, respondí, sin perder el estilo ni el hilito de manchego que escurría bajo la servilleta.

Ya en el avión no había mucha gente, así que no hubo mayor problema para sentarme en el pasillo de la fila en la que ella iba en ventana. Ahora, lo que procedía, era justificar mi atragante y pedirle el teléfono en algún momento. Definitivamente ése era el momento cumbre, pues ahí sabría si todo el numerito de la sala de abordar y el cambio de asiento iba a servir de algo. Ella no era precisamente la más platicadora, pero sabía que yo iba por sólo una noche a Culiacán, y hasta el momento no había vestigios de esposo, novio o chimpancé en ninguna de sus anécdotas. Yo me seguí de frente, y le propuse ir a cenar después del partido. Mágicamente, ella accedió, me dio su teléfono, le di el mío, y pactamos el generalísimo “nos hablamos”. A huevo que le iba a hablar. Nunca he sido el tipo más hábil para ligar, pero finalmente el destino me estaba premiando con un encuentro casual, ligero, fluido y sin complicaciones.

Aterrizamos en Culiacán, y nos separamos cuando yo me dirigí a la fila de los taxis. De repente, alguien me tocó el hombro y era ella para decirme que ahí estaba su mamá, y que si quería un aventón. Pues encantado de la vida, faltaba más conocer a la suegra.

Mis días como reportero y como ser humano en esta Tierra sufrieron un brutal cambio de expectativa cuando caminaba rumbo a la salida y vi que ahí estaba la suegra, pero la suegra de un cabrón como 10 centímetros más alto que yo, 20 kilos más pesado que yo, con un bigote 30 veces más tupido que el mío, y con una jeta 100 más larga que la línea de baba que escurría desde el interior del Aeropuerto.

“Te presento a mi mamá, y te presento a mi novio”, dijo cándida, la hija de la chingada. “Él es Miguel, viene al partido de Dorados, trabaja para un periódico y ¡va a hacer las entrevistas! ¿No está padrísimo?”.

Yo no sabía si ella era cabrona o muy, pero muy pendeja. Y no sabía si salir corriendo, tomar el avión de regreso a México, o comprar una costilla, quitarle la carne, y comerme el puro hueso pa’que se me atorara en el cogote por pinche hocicón. Ya en la escena, no me quedó otra más que aguantar vara y callarme hasta llegar al hotel, en espera de que el cabrón éste no fuera un matón o un narco, en el mejor de los casos.

Me dirigí hacia la puerta trasera de su Sentra, pero ella, que era la imprudencia hecha persona, me propuso muy campante “No no no, vete tú adelante, estás muy grandote, acá no cabes”. Ejejeje… gulp.

De estar en un avión ligando, me encontraba en un Sentra, con un cabrón encabronado manejando, con una guacamaya aventándome a las vías del tren, y yo rezando por mi vida. Y todo porque minuto que pasaba, minuto que la pendeja ésta hacía el ambiente un poquito más incómodo.

“Ay amor, Miguel estudió en la Ibero, ¿cómo ves?”. No, pos muy bien. “Ay Miguel, mi novio estudió en el Tec, jugaba linebacker de los Borregos, ¿cómo ves?”. No, ps bien, bárbaro (llanto eterno en mi alma). “Ay amor, Miguel escribe en un periódico, ¿tú siempre has querido escribir en uno ¿no?”. Ajá. “Ay Miguel, acá casi no hay trabajo de eso, ¿tú crees?”.

Por fin, después de un trayecto que seguramente fue de 20 minutos pero que a mí me pareció de 4 horas, llegué al hotel. Me bajé ipsofacto, le di las gracias al linebacker y a su suegra, y ella también descendió del coche, para darme, toda efusiva, un abrazo de despedida. Sí sí, linda muy linda, huida a derecha de escena.

Acostado en la cama del hotel, comencé a reflexionar dónde me había equivocado, o qué señal había pescado mal. Y llegué a la conclusión de que esta vieja no era cabrona, sino muy pendeja, y que todo había sido un malentendido, o en dado caso, mis capacidades histriónicas de ligue no fueron lo suficientemente contundentes.

Me fui al partido, mandé mis notas, y en el taxi de regreso al hotel, recibí una llamada de un número local en Culiacán. Era esta chica, muy fresca ella, hablándome para ver a dónde íbamos a cenar y a qué hora nos veíamos.

Habiéndome identificado el novio, sabiendo dónde me quedaba, para quién trabajaba y a qué hora me regresaba, no me tardé mucho en decirle “no, gracias, estoy muy cansado, mejor otro día que venga” (que en mi pueblo significa “pinche vieja, ¿estás idiota o estás orate?, tienes novio y me conoce, y además vives en Culiacán, donde según dicen, sólo matan por drogas o por mujeres).

Así, llegué a la conclusión de que encuentros amorosos en un avión sólo suceden si hay tres factores: si estás en una película, si eres George Clooney, y si el guión está escrito por... George Clooney.

De otra forma, se queda en fantasía.


Para la chica, cuyo nombre por cierto ya no recuerdo.

Friday, October 16, 2009

La mordida

No sé si alguno de ustedes sea una de las 127 millones de personas que ya vieron este video:



Todo aquel que tenga un hermano (sanguíneo o no) podrá entender lo que acaba de ver. Entre los hermanos hay una relación de complicidad muy extraña, en la que a veces uno cede y el otro se pasa de tueste, y aunque siempre hay un "guey, te la mamaste", también hay un "ya guey, no es para tanto". Y sus derivados.

En el fondo, la historias de comprensión y perdón entre hermanos son las que deben sobreponerse en la vida, porque los papás se fueron antes, los hijos vienen después y las parejas se van cuando quieren. En el fondo, los hermanos están hechas para estar ahí toda la vida, aunque te muerdan el dedo y se caguen de la risa.


Para el mío.

Sunday, October 11, 2009

Burro lechero

Érase una vez… cuando ir al súper a escoger leche era sencillo.

Llevo 3 años yendo al súper para escoger minuciosamente los víveres que habrá de consumir en un lapso aproximado de dos semanas. Pero el jueves que fui a Superama, me di cuenta que llevarse 5 litros de leche era mucho más complicado que antes.

Mucho.

Siempre había tomado la leche Alpura azul, la normal, la clásica, la leche común y corriente, vaya. Pero a raíz de mis días en el Purgatorio, mi hermano sugirió otra “más chingona”: la deslac… la entera descrem… bueno, la que tenía la franjita verde agua con blanco y rosa. ¿Por qué era más chingona? Pues simplemente porque mi hermano decía que era más chingona. Y sí, pues esa tomábamos y se me quedó la costumbre, sin mayores contratiempos, era ligerona, más que la azul, cierto, pero sin grandes diferencias.

Bueno, pues en mi primer ida al súper después de vacaciones, encontré que a Alpura se le ocurrió rediseñar sus empaques, y entonces desapareció la de franjita verde agua con blanco y rosa. Así de huevos, así nomás, bien frescos, como la leche de vaca. Y entonces me encontré perdido en el mundo de la leche. En el que veía esto:

Pero mi mente lo traducía como esto:

Y yo me sentía esto:

(Cualquier parecido con la realidad es mera coincidencia)

¿A quién chingados genio de los negocios se le ocurrió que era buena idea dividir la leche en segmentos? O sea, ¿no basta leche para niños y leche para adultos?

No. Ahora, Alpura cuenta con:

Alpura clásica, Alpura deslactosada, Alpura deslactosada light, Alpura Light, Alpura light extra, Alpura entera, Alpura semi, Alpura selecta, Alpura 40 y tantos y Alpura sin colesterol.

Juro por lo que más quiero que no estoy exagerando. Hay 10 tipos de leche. ¡10! No mamen. ¿Para qué chingados 10? Y nomás de Alpura, claro. O sea, qué coña diferencia hay entre la Light y la deslactosada Light. O entre Light extra y la semi, o entre la selecta y la clásica.

Afortunadamente para… bueno, para nadie, pero el caso es que estaba ahí una señorita de Alpura, a la que le pregunté dónde había quedado la de la franjita verde agua con blanco y rosa.

Señorita: Ahhh… la Light extra

ChII: Sí, bueno, como se llame. ¿De qué les sirve tener tantos tipos de leche? ¿Como para qué? O sea, ¿qué diferencia hay entre la 40 y tantos y sin colesterol?

Señorita: Ah pues la 40 y tantos es para gente de 40 o más años, y la de sin colesterol no tiene prácticamente colesterol.

Para ponerlo en términos musicales, vino el encore:

ChII: Gracias señorita.

Señorita altamente eficaz y brillante: Sí joven.

Moraleja: Cuando vayan al súper, una de dos: o compran la leche azul, la clásica, lo que viene siendo la leche de vaca tradicional, o acuden a una capacitación de alto rendimiento con la ama de casa más cercana a su hogar para que los instruya sobre qué leche comprar y no ser avergonzados por elementos estúpidamente eficaces y brillantes que Alpura manda a los súpers para… pendejear a sus consumidores.


Para quienes viven semana con semana la encrucijada de ir al súper.

Wednesday, October 07, 2009

No intensearás a tu prójimo

Desconozco en qué momento el concepto "intenso" (o "intensa") se convirtió en una palabra de uso común en el florido lenguaje del mexica. Junto con su madre, la palabra "intensidad", "intens@" (acudamos al hermafroditismo de la arroba para no herir sensibilidades), se transformó en un perfecto descriptivo para todos aquellos que llegan a hartar por su fastidiosa insistencia en cierto objetivo.

Dejemos aquí un momento para que cada quien reflexione sobre sus intensidades de los últimos días...

Ok, otro más...

...

... ya.

Todos tenemos nuestro lado intenso. Unos más desarrollado que otros, pero todos en menor o mayor medida hemos caído alguna vez en el estigma del intens@. Y no estoy hablando de esa bonita ascepción de cuando uno le grita a una dama exuberante, babeando hasta las rodillas, inclinando la cabeza, poniendo el ojo lujurioso... intensaaaaaaaaaggggghhhh!!!

No. Estoy hablando de que todos, en cierta ocasionado hemos intenseado. Remitámonos todos a nuestras respectivas niñeces: ¿Ya llegamos a Monte Splash? No. ¿Ya llegamos a Monte Splash? No. ¿Ya llegamos a Monte Splash? NOOOO!!! O la de: Mamá, ¿me compras el Fabuloso Fred? En Navidad hijo. ¿Pero sí me lo vas a comprar? Éste... ya veremos hijo. ¡No mamáaaa! ¿Me lo vas a comprar o no mamáaaa? Depende de cómo te portes (un inefectivísimo método anti-intensidad). Bueno, si me porto bien ¿me lo compras? Sí. ¿Lo prometes? Sí. ¿En serio? Que síiiiiiaaaagghhhh!!!!!

Intens@s S.A. de C.V.

Ahora, traslademos ese cultivo de intensidad a las relaciones interpersonales. ¿A quién le gusta intensear? (Mil voces gritando ¡a míiiii!) Ok, ¿A quién le gusta que le intenseen? (Grillo mayor toma la batuta y comienza el jurrrrrr jurrrrr). ¿Qué pedo con ese fenómeno? ¿Por qué chingaos si ya sabemos lo que es padecer una intensidad, no caemos en la cuenta de que no debemos intensear al prójimo?

El meollo del embrollo está en que el estado de intensidad va acompañado de una inconsciencia muy peligrosa, que provoca que uno crea que cada una de las acciones que se realizan tienen una razón lógica de ser, cuando en verdad no la tienen, o bien, sólo la tienen para el que las ejecuta, quien por cierto, en su estúpida esfera de necedad, considera que está en lo correcto y se extraña de que sus tácticas no den resultado para obtener el banano.

A continuación, algunas situaciones en las que uno intensea...

- Vas a un restaurante y eres el primero en pedir: Yo le pido por favor la pizza italiana, pero... ¿tiene champiñones? Sí señor. Bueno, sin champiñones por favor. Piden todos los demás, y al final, tomas la palabra: Joven, por favor le recuerdo que mi pizza italiana sin champiñones por favor. Sí señor. Pero... es MUY importante, SIN... El mesero ya ni te voltea a ver y probablemente se encabrona tanto que le escupe a tu pizza entre la marinara y el queso. Eso te pasa por intens@. (Cualquier parecido con la realidad es mera coincidencia carnal, fue el ejemplo que se me ocurrió jaja).

- Está por supuesto la intensidad como método (inefectivísimo) de conquista: mails innecesarios con contenido ahuevísimo (Hola! Sólo para desearte que tengas una bonita mañana!!), mensajitos inoportunos (1:27 AM -- ¿Estás pensando en mí?), llamadas impertinentes (¿me mandas un besoooo?), sobreofrecimiento de bondades (¿te cargo tu bolsa?) y tantos otros signos de intensidad. Eres intens@ cuando haces algo que sale sobrando, así de fácil.

- El borracho intenso, mejor conocido como malacopa: No guey, sserio, yo t'invito, hip, yo, mira... (abre la cartera y sólo hay un billete de 20, cinco hormigas, una TDU, un voucher de Spira, y la foto de su perro). Guey, no hay tos, guárdala, yo pago... ¡Noooaaahh! Yo dije que pago, y pago cuando digo que pago, ademásss hip, yo conoshco al dueño de este pinch lugar, y pago, a ver, traigan al gerente, yo te invito Paco, digo, pago (el mesero lo empieza a ignorar) ¡Te estoy diciendo que pagooooooo!

Y así. Consejo para las masas: no intenseen. Sé que a veces es inconsciente, pero traten de evitarlo, neto, no deja nada bueno. Mientras menos inteseen, más conseguirán.

Los expertos lo recomiendan, jaja.


Para quienes han salido del clóset de su intensidad. Eso es orgullo y no mamadas.

Tuesday, October 06, 2009

Lecciones niuyorquinas

Día 2 del Año Nuevo. No puedo estar mejor.

Creo que cada vez digo lo mismo y en esta ocasión no será la excepción: creo que este año ha sido cuando más he necesitado vacaciones (próxima edición de esa frase: en el 2010). El cierre laboral fue frenéticamente confuso, enmarañado y oscón. De un feeling bastante desagradable. Y casi siempre un estado se espejea en los demás rubros personales, así que aquello era un auténtico caos. Desee como nada el viaje a NY. Planeado con hartos meses de anticipación, todo salió conforme a lo planeado. Ahora, cuando digo esto, me refiero a las cosas que no deben complicarse, aunque hay quien dice que los contratiempos le ponen “pimienta” a la vida (por cierto, pobre pimienta, viviendo siempre con el estigma, jaja). Yo creo que no, que hay cosas como los vuelos y el hospedaje que deben salir como deben salir y ya. Y una vez sentadas las firmes bases de una sólida vacación, ya uno puede sazonar (con o sin pimienta) los días en los que uno se da licencias para todo.

Ejemplo claro de esto es el desde hoy legendario Decreto Tepozotlán. Mi carnal HMI y su servidor decidimos, el viernes 18, cruzando la primera caseta rumbo a San Miguel de Allende para un bodorrio previo a viaje a EU, que durante las dos semanas de la vacación se consumiría (al menos) un brebaje de aproximadamente 330 mililitros que contuviera sustancias intoxicantes. Oséase, había que chupar mínimo una chela, y el límite era, no sé, por decir algo, tomar tanto como para bailar en calzones junto al Vaquero Encuerado de Times Square, qué se yo (no no, no mamen, no sucedió, no estamos tan orates).

Por supuesto, cubrimos todo el espectro. Desde el día que tomamos una chela, pasando por las 3 o 4 chelas, el “ya perdí la cuenta de las chelas, contemos los cascos”, el “en qué momento nos sirvieron chelas si estábamos con el tequila”, hasta llegar a “¿en qué chingada estación vamos”.

La peor jarra se la atribuimos a Bob, un ex boxeador que hoy atiende un bar en SoHo, y que así de bolas nos servía shots de tequila y whisky mientras nosotros socializábamos con media barra. He aquí la foto de reconocimiento con Bob, unos días después de que nos pusiera un cuete de aquellos.

Las noches en NuevaYork y Washington tuvieron alta dosis de camadería y complicidad. Espacio especial de agradecimiento aquí a Anaiid, que gentilmente nos orientó sobre cómo sobrevivir en la Manzana y no morir en el intento. A continuación, foto en la que aparezco con cigarro en el hocico, signo inequívoco de que estoy bien pedo, o muy a gusto, o las dos, en su defecto (en este caso: opción c).


Claro claro, no todo fue alcohol. La vacación 2009 se construyó alrededor de varios eventos de gran magnitud y alto interés para nuestras mentes cromagnonas. En primera, fuimos al Yankee Stadium a presenciar uno de los 3 últimos juegos de la campaña regular entre NY y Boston. Sobra decir que yo le voy al Yankee y mi compadre al calcetín rojo. Nos tocó ir al del sábado, un verdadero juegazo que acabó 3-0 favor el Yankee, y que dejó a HMI resignado a ahogar sus penas en cervezas de 9 USD (¡¡¡¡9!!!!), aunque al final no le quisieran vender otra porque traía una en la mano (pinches gringos puritanos, jaja).


Al día siguiente, fuimos a ver a los Jets contra Titanes de Tennessee. Y contraria a la afición del beisbol, que es bastante civilizada y no por eso guanga o poco apasionada, los fans de los Jets de la NFL son unos auténticos trogloditas que entran al estadio después de tres horas de tragar y beber en el estacionamiento (y miren quién lo dice para su sorpresa). Desde luego, lo que gritan y hacen adentro no son precisamente Padres Nuestros ni obras de caridad. Muy manchado el asunto, y todo bajo una lluvia pertinaz (50 varos a quien me diga otra sustantivo distinto a lluvia que pueda ser acompañado por la palabra pertinaz). Con todo y todo, estuvo chingón porque gritan con todo, se emocionan cabrón, y eso se contagia.


Al día siguiente nos trasladamos a Washington, donde nos recibió amablemente mi primo Pepe (alias Pepón, alias Joselito), quien a pesar de sus ajetreada vida nos condujo a lugares interesantes de esta bonita ciudá (extrañamente no hay foto con él, no puede ser). Pero el meollo del traslado a WDC era el concierto de U2. Carajo, qué pinche concierto. Difícilmente habrá alguien que iguale el escenario que han creado estos cabrones para su gira. Y no sólo eso, sino que montaron con gran detalle los ambientes para cada canción, por lo que cada una se convierte en una experiencia singular. Singular y excitante. Vendrán a México, y con la vibra del tenochca, la experiencia colectiva será aún mejor. De bonus, Muse le abrió a U2, ainomás 10 rolitas de ellos pa’calentar, también grandiosos.

(Euforia simulada antes de la euforia verdadera).

Estaría cabrón plasmar aquí todo y cada uno de los detalles de este viaje. Sólo tengo que decir que no hay mejor viaje que el que por sí solo te hace renovar el espíritu, las convicciones y los objetivos. Quince días para resetear el alma y ahora tupirle duro al día a día, mismo que te permitirá ahorrar para el próximo año, llegar nuevamente mayugado a una nueva vacación y así repetir el ciclo.
Así las cosas, ora sí: ya vine (y se aguantan, jaja).


Para HMI, que vengan muchas más.

Thursday, September 17, 2009

Pendientes

Es extraña la función que tienen los pendientes en la vida de uno. Una categoría extraña, incategorizable, digamos. ¿Qué son los pendientes? Todo el mundo los tiene, todo el mundo se quiere deshacer de ellos, pocas veces actuamos a tiempo para quitarlos (si no, no serían del todo pendientes), y día con día vuelven a nacer nuevos pendientes que a la vez catalizan la vida.

Pueden ser absolutamente banales, hasta muy trascendentales. O las dos. Por ejemplo, Cuando ves que un limpiapabrisas te empieza a fallar, es un pendiente no urgente. Pero como no lo es, tons lo dejas, y empieza a deteriorarse más, y más, y más, hasta que llega un punto en que no limpia una chingada y deja de ser un pendiente banal para convertirse en un pendiente que de no resolverse puede provocar que te estampes en un pinche semáforo.

“Traigo ahí unos pendientitos”. Esa frase me puede pellizcar el riñón, porque normalmente se usa de pretexto cajonero para no hacer algo. Oye qué transa, ¿por qué no vas a la fiesta? No ps, traigo ahí unos pendientitos. Grrrrrrr. Meaning = no se me hinchó el izquierdo para ir.

Los pendientes son como las hojas que caen del árbol que está enfrente de tu casa. Los barres en algún momento del día, de manera responsable, pero sabes que esa satisfacción es pasajera, porque mañana volverán a caer más hojas, inevitablemente. Y si no las barres, al día siguiente tendrás esa carga de trabajo al cuadrado. Y si te vuelves a hacer pendejo, al cubo papá. Y así. Así que más nos vale barrer día con día las hojas pendientes.

(Barata manera de ilustrar al lector la idea sugerida)

Alguna vez he llegado a estar sin un solo pendiente. Son momentos muy cortos, pero sí existen. Y no sé, algo pasa, como que si no hay pendientes… me los busco. O bien, empiezo a tragar. Entonces entiendo que los pendientes tienen una razón de ser. Tal vez no lo hayan razonado, pero cuando no hay pendientes es cuando a uno le brotan esas maravillosas ideas de, “ay, voy a reacomodar mis cajones” o “ay, voy a hacer limpia de ropa”. Porque con pendientes de verdad, a uno ni se le cruza por la mente ese desmadre, y la vida puede pasar alegremente y uno seguirá haciendo a un lado esas 5 camisas que sobreviven en tu clóset esperando el día en que te las pongas “cuando bajes de peso” o “cuando necesita un disfraz ochenteno”.

Pamplinas (amo esa palabra).

Ante el exceso de pendientes, suele cundir la desesperación. Identifiquemos esos instantes cuando uno tiene ganas de llorar nomás porque sí. No hay por dónde empezar, porque el viento se vino fuerte y las hojas se acumulan al doble de velocidad. O al triple. Ahí lo que procede es uno a la vez. Resolver lo que debe ser inmediato, y así sucesivamente. En estos tiempos de Facebook, en vez de poner manos a la obra, muchos recurren a ir a “abrir una galletita” (me zurran las galletitas en vivo, peor las virtuales). Y como dice “Relájate, tus problemas no son tan serios como parecen” tons se chingó el pedo y los pendientes abrumadores se vuelven granos de arena que con un soplido se van, y a sobarse el vientre. No, pues ni uno ni otro.

Últimamente resolví varios pendientes que tenía incrustados. Asuntos que no podían ser postergados, y otros más que sí, pero que decidí adelantar antes de irme de vacaciones. Ya había comentado por aquí que mis vacaciones son como mi AñoNuevo, y con él vienen los propósitos y las reflexiones (las uvas no, porque ps cómo).

En realidad, me voy tranquilo a la aventura, con suficientes pendientes resueltos como para no irme preocupado, y a la vez con otros pendientes pendientes como para volver y no tardarme en encontrarlos. Como por ejemplo, este post era un pendiente, y pendiente está el tradicional de las lecciones. Todo en su justa medida y a su tiempo.

Hay suficiente vida para resolverlos todos.


Para Omar Alberto. Gracias por tan sutil manera de decir, ya postea pinche huevón, jaja. Se agradece.

Monday, September 14, 2009

Aquí no regreso

De una fobia involuntaria que no sé por qué llegué a repetir. Bueno, sí sé: por caldufo.



Monday, September 07, 2009

Posición de privilegio

Hoy, la historia de cuando estuve a 50 centímetros de una fantasía...


Para mi mamá, quien tuvo mucho paciencia aquel día de desesperación.

Thursday, September 03, 2009

10+1 frases placenteras que todo hombre quiere escuchar

1. "Señor, su cuenta está pagada".

2. "Discúlpame, tienes toda la razón".

3. "Ya desde esta quincena se refleja en tu sueldo".

4a. "Qué guapa está tu vieja (viniendo de un hombre)".
4b. "Ash... ni está tan guapa (viniendo de una mujer)".

5. "Yo te hago el paro".

6. "Este privado es de regalo de cumpleaños".

7. "Háblame sucio".

8. "Oye, le gustas a mi amiga".

9. "Vamos a ver los colores disponibles".

10. "Pásale, no están mis papás".

(Frase extra que no puede ser que se me haya olvidado)
10+1. "Ya me bajó".


En coautoría y para Inphidelio.

Tuesday, September 01, 2009

Adiós al Avispón

Ahí se quedó en División del Norte. Todo guapo y sucio y mallavado como siempre. Vendido después de tres años de servicio al prójimo a un comprador que lo bienvenderá a alguien más, que gozará de la nobleza de su motor.

El Avispón, nombrado así por verde y nalgón, fue el sucesor del Pingüino, un Jetta Blanco 98 que fue nombrado así porque los pingüinos son blancos con la panza negra (ya sé, alguien me dijo que los pingüinos más bien era negros con la panza blanco, pero ni pedo, ya tenía nombre. ¿A poco a alguno de ustedes les cambiaron el nombre cuando vieron lo feos que eran? ¿Ah verdad, cabrones?).

Bueno. El Avispón fue adquirido en un lote de Lindavista. Fui con Bobby a finiquitar la operación. Su vendedor era Droopy, el perro tranquilón. Y de ahí, fue partícipe de cientos de pedas, fiestas, trayectos, escenitas, escenotas, cachondeos, e incluso un día dormí en él cuando el pedorro de mi hermano no me abrió la puerta de MI departamento.

Nunca lo choqué. El peor rozón que le di fue uno saliendo del estacionamiento del Purgas, rumbo a un encuentro matutino con Ari. Nunca se lo arreglé, y así lo vendí. Noble nave que me ayudó en mi mudanza de Eugenia al Purgas y de ahí a la Casa de la Bugambilia. Jamás me dejó perder el control a pesar de conducir varias veces en estado de ebriedad. Eso es un coche con aura.

Gracias Avispón, gracias por ser mayor patrimonio durante tres años. Siempre te recordaré con la nobleza que actuaste, porque aunque tus balatas estaban de la chingada, jamás me mandaste a un barranco o algo similar. Gracias por cuidarme, y por ayudarme a conquistar lo conquistable. Gracias por no verte tan sucio a pesar de que no te lavaba ni cada 15 días. Gracias por no repelar. Gracias por ser tan ahorrativo de gasolina. Gracias por aguantar vara a pesar de que no te guardaba en garage. Gracias porque nunca te robaron nada. Gracias por cuidar a mi hermano.

Gracias por todo, gracias.


Para la fuerza divina que me mandó esa chingonería de coche.

P.D. Próximamente, la nueva adquisión (con su respecto apodo, claro).

Monday, August 31, 2009

Los caminos de la vida

No son como yo pensa-aba, no son como imagina-aba, no son como yo crei-íiiiia...



Para el desvarío.

Thursday, August 27, 2009

No mamemos

Hoy platicando con la abuela en la comida llegué a una conclusión:

Somos injustamente exigentes: por cada 10 pruebas que le pedimos a alguien para creerle que nos ama, nos basta con una para hacernos de la idea que nos odia.

Chale, no mamemos.


Para... ps nomás.

Tuesday, August 25, 2009

Blanco vs. negro

Me negaba a ver The Butterfly Effect porque decía "no mames, es Ashton Kutcher". La vi y quedé embobado. Me acuerdo que en la secuencia que comienza con Ashton con las extremidades mochas el cine entero se cagó de la risa y yo les receté tremendo ¡sssshhhttt! porque estaba trabado de la angustia. El final es glorioso, en gran parte por la rola que lo adorna. Desde entonces, lo sigo por donde sea y digo "¡no mames, es Ashton Kutcher!".

El domingo fui a ver The Traveler's Wife. Y, por lo que pude deducir del poster, predije que seguramente a la entrada del cine te iban a dar tus dos litros de miel para derramarla a granel. Pero no. Resultó ser algo así como ciencia ficción melosona, pero no fue una mala película. Digo, no ganará Oscares, ni siquiera Arieles, pero está interesante y además sale Rachel McAdams que no está de malos bigotes.

El caso es que si ponemos The Butterfly Effect vs. The Traverler's Wife toparemos dos premisas exactamente opuestas. Una dice "cualquier decisión que tomes en tu vida tendrá consecuencias y repercusiones al final de la misma", mientras la otra es "no importa qué decisiones tomes en tu vida, tu destino está escrito y no hay manera de cambiarlo".

Dos perspectivas opuestas, dos filosofías de vida distintas. Free will vs. Divine resignation.

¿A qué se han dedicado en sus vidas?

El fin de semana pasado mi familia atestiguó el fin de una era en Eugenia. La mudanza de un personaje tan pequeño como inmenso en nuestras vidas. Una pequeña fisura en el cuarto de servicio, que seguramente sucedió hace años y que seguramente provocó ella misma, desembocó en el desgaste físico del inmueble, en su consecuente semi-derrumbe, y en la posterior decisión de Virgencita de ya no vivir más ahí después de 40 y tantos años (Ju, hace poco posteé de ella, aquí).

Pero ¿qué causó la fisura, o qué fue lo que no hicimos para detenerla? Probablemente si mi abuelo viviera, hubiera seguido dándole mantenimiento a su casa, e inequívocamente Virgencita seguiría ahí, donde siempre ha vivido, donde ha sido (y seguirá siendo) su casa por años. Y para que no muriera mi abuelo, hubiera tenido que cuidarlo más, tal vez, o estado más al pendiente de su tratamiento en el hospital. O no: tal vez su muerte estaba destinada a acontecer el 28 de enero de 2008, hiciéramos lo que hiciéramos.

Pasamos mucho tiempo preocupados por el futuro y acongojados por el pasado. Es totalmente inevitable, es una condición humana. Lo que está mal es que no enfoquemos más carga mental y más energía de vida a disfrutar el presente. Es una lástima. Porque mientras es imposible cambiar lo pasado y predecir lo futuro, tenemos en las manos el desarrollo del presente y no le ponemos atención.

¿Tendría alguno de nosotros los huevos del personaje de Ashton en decir como él: "I'm sure about who I am, I dont need this any more", y acto seguido quemar todas las fotos y recuerdos de nuestra vida sólo como ofrenda para no dañar a alguien? ¿O tendría alguno de nosotros los huevos para actuar de manera totalmente desinteresada, sin contemplaciones hacia el futuro, con tal de actuar plena e instintivamente el presente?

Sepa. La respuesta está en los grises. Disfrutemos empolvándonos.


Para evitar el fariseísmo tan típico en nosotros.

Monday, August 17, 2009

Jarritos

¡Qué buenos son!


Bueno, no pa'manejar...



Para quitarme el gusanito de postear esta foto que tomé el sábado.

No lo vuelvo a hacer

La historia de mi divorcio con el vodka. Seguimos sin hablarnos, jaja.
Para mi hermano HMI, por salvarme la vida y aguantar mi mala copa.

Thursday, August 13, 2009

Post histérico sobre la pasta de dientes

Cuando vivía en Eugenia, habían muchas cosas que cagaban. Bueno, en general hay muchas cosas que me cagan, pero Eugenia era el lugar donde más se congregaban. O sea, venía siendo como el templo de las cosas que me cagaban.

Después de este necesario prólogo, quiero ahondar en una en particular. Mi sacrosante madre, tan linda ella, tan forjadora de nuestras vidas, tan cuidadora de presupuestos, tenía la costumbre de comprar pastas dentales de bajo costo. Vaya, de marca propia, o más culeras, si es posible.

Entonces lavarte los dientes era un pinche suplicio, porque terminabas apestando a cal de cancha llanera. Pero mi madre, según esto, lo hacía por "ahorrar", aunque ni madres, nadie "ahorraba" porque la pinche pasta terminaba sin frescura al segundo día, y terminabas comprando cinco pastas culeras en un mes, mismo periodo que te rendía media pasta buena (aunque fuera sin chispitas), por 300% menos de la inversión.

Ahora bien, debo decir que había un factor que colaboraba con el deterioro de las pastas. Mi sacrosanto hermano, el Subcomandante Marcos, papurris de antrofresa, mamador de primera línea, siempre ha tenido la maldita costumbre de dejar abiertas las malditas pastas de dientes. Entonces, si previamente ya sabía a mierda la pastita, súmenle que se ensarraba (del verbo "sarro") y del orificio terminaba saliendo un hilito minimierda con el que ya era imposible lavarte los dientes.

En los tiempos del Purgatorio, me cansé y me cansé y me cansé de rogarle a mi hermano que cerrara la pasta de dientes (en mi hogar, en el reino donde yo gobernaba, se compraba Colgate. De las básicas, pero Colgate). Nunca lo pude amaestrar.

Ahora que el Purgatorio ya no existe, y que él regresó a Eugenia y yo me fui a la Buga, esporádicamente voy a comer con mi abuela a Eugenia. Como hoy. Ahí tengo mi cepillo de dientes. Y disponíame a lavarme los dientes cuando vi una escena atroz.

Ahora mi hermano no sólo no tapa la pasta de dientes (ahora te manejan en Eugenia lo que viene siendo la Crest Manzanilla), sino que el reverendo huevón tiene el descaro de poner la pasta destapada en el vasito para la pasta... y en el borde (junto a las legendarias tijeras de mi abuelo)... la tapa. Así lo encontré hoy:

O sea, me lleva la recontrachingada, Rodrigo, si me estás leyendo, ¿te cuesta mucho pinche trabajo tapar la pasta? ¡Coño! Te juro por mi madre que invertiste el mismo esfuerzo kilocalórico para poner la tapita en ese bordecito, muy bien acomodadita, que el que hubieras usado para enroscar la tapa en la pasta. ¿Muy difícil? ¿Eh? ¿¿¿Ehhhhhhhhhhhhhhh???

Se los advertí. Este era un post histérico sobre la pasta de dientes. ¿Y qué?

¿Quién me apoya?


Para mi hermano. Lo quiero aunque no tape la pasta (Chehuevón jaja).

Sunday, August 09, 2009

La Farmacia

Pasa que a veces uno se pone nostálgico, nomás porque sí.

Y el otro día que fui a Eugenia, me encontré con que en el local de la esquina había un camión que recogía montones de escombros. Pero montones en serio, no montañitas pedorras. Auténticos boquetes había en el piso y daba la impresión de que el lugar era casi casi fantasmal:

Ese local en la esquina de Eugenia y Anaxágoras ha sido conocido en mi familia, por los siglos de los siglos, como "La Farmacia". Y es que cuando estaba chavito, había como tal una farmacia, de esas semi-antiguas que vendían (por supuesto, si no ¿qué más?) medicinas, pero también tenía un stand gigantesco de chatarras de todo tipo, así como abarrotes básicos, un refri para helados y maquinitas de videojuegos.

La frase "voy a La Farmacia" se volvió tan común en Eugenia como "A comer" o "Llévate tus llaves" o "Mucho cuidado". Mi abuelo me mandaba por sus Benson&Hedges que costaban 11 pesos, y como me daba un billete de a 20 pues le pepenaba para comprarme ya sea un Gansito congelado, un Duvalín o unos Panditas. O comprábamos el Pan Bimbo emergente pa'los sandwiches. O el Carlos V amargo que se le antojaba a mi abuela. O la Coca de 2 litros para la cuba de mi abuelo. O la tira de Sedalmerck para que se le calmara el dolor de cabeza a mi mamá.

"Voy a La Farmacia" implicaba toda una actividad rutinaria por la tardes en Eugenia. A veces Luis, mi hermano y yo nos surtíamos de distintas modalidades de Sabritas para comer como brutos por la noche, después de jugar "Contra", o ya después "Street Fighter II" y "Mario Kart". Pero antes de que el Nintendo robara nuestra atención, en la Farmacia había una maquinita de Street Fighter donde se congregaban unos vagazos a los que era imposible ganarles. Jamás fui su amigo, porque no me dejaban, pero invariablemente ahí se la vivían, tarde tras tarde, formando sus monedas en el borde de la pantalla.

Alrededor de las 5, llegaba a la entrada de mi casa un taxi del que bajaba una viejita muy chochita ya, a la que mi mamá me acostumbró a ayudar a caminar de la casa a la Farmacia, para que se sentara en el borde del escalón para pedir limosna. Nunca entendí por qué se sentaba particularmente ahí o por qué llegaba en taxi, pero nunca me lo cuestioné. La viejita un día dejó de asistir.

Nunca fue un negocio de millonarios, pero la Farmacia le daba para vivir bien a su dueño, un bigotón buena onda con una esposa güera guapetona. Les consumíamos tanto que ya nos tenían nuestra lista para "fiarnos". Mi abuelo liquidaba la cuenta de vez en cuando. 

Fue a principios de este década cuando el negocio comenzó a flaquear. La razón: en dos de las cuatro esquinas de Eugenia y Cuauhtémoc pusieron una Farmacia del Ahorro y un mini súper. Entre los dos le dieron en la madre a la Farmacia, cuyos dueños, en un intento desesperado por sobrevivir, compraron refrigeradores para incluir carnisalchichonería en su repertorio de ventas. Pero no había cómo combatir al monstruo y tarde que temprano sucumbieron.

Un día, "La Farmacia" como tal dejó de existir. Se convirtió en una farmacia dermatológica sin mayor chiste, y la verdad, sin gran clientela. También tronó, y muy rápido. Y hasta poco, antecitos de encontrarla en escombros, era un negocio de Vichy y esas cosas muy finolis para el rostro femenino.

Pregunté a los trabajadores qué era lo que le hacían al local, y me dijeron que la cambiaban el piso. Desconocían si seguiría siendo la tienda de productos mamones, o lo que sea. Les daba lo mismo, por supuesto. Por alguna razón, ver tanto polvo me hizo recordar todas estas escenas de mi niñez que estaban enterradas en mi memoria, y que a punta de palazos salieron a consciencia.

No sé, tal vez porque hay días en los que uno se pone nostálgico, nomás porque sí.


En honor a aquellos lugares que significaron tanto sin saberlo en el momento.

Thursday, July 30, 2009

Oda al abrazo

¿Quién habrá inventado el abrazo? Seguro un pinche genio.

Dedicamos este post a tan efectiva expresión corporal. El abrazo está entre el beso y el saludo de manos. Un punto medio entre afecto y diplomacia. El abrazo común significa "te quiero cerca, pero no tanto". El abrazo mide las dimensiones del cuerpo del otro, su fuerza, su olor y su intensidad. De un abrazo puedes saber muchas cosas de la gente: si le eres indiferente, si te tiene miedo, o si quiere llevarte al rinconcito de las caricias apenas tenga la mínima oportunidad.

Históricamente, he obtenido muchos beneficios a partir del abrazo. Me considero un adicto. Sobre todo cuando la criatura en frente profiere hedores agradables y motivantes. Ándele, un abrazo, cómo no mamita. Acepto abiertamente que so pretexto de microdespedidas, he encontrado resquicios fascinantes a partir del abrazo que me han brindado glorias duraderas. Por otro lado, también considero tener un cierto poder de sanación a partir del abrazo, un situaciones que nada tienen que ver con la líbido y sí con muchas personas a quienes he estimado en mayor o menor medida.

Por supuesto, el abrazo en sí tiene diferentes categorías y matices:

a) El abrazo mamador chilango: Consta de un apretón de manos que sirve de impulso para el choque de hombros cruzadito, breve, de intensidad media, que rebota para culminar en otro apretón de manos culerón. Sirve en fiestas de "conocidos" a los que realmente no les tienes el menor cuidado, pero a huevo tienes que fingir que te gusto verlos. O también para ocasiones en los que sí te da gusto, y hay que cumplir con un protocolo de afectos mesurados.

b) El abrazo buscador: Es aquel abrazo que pretende demostrar que hay algo más... que sólo besos. Diseñado para hombres bienaventurados que no le tienen miedo al amorrrr, pero también utilizado por damitas que no le temen a la propuesta corporal. En el caso del hombre, consta de una aproximación muy cercana, preferentemente se coloca un pie en medio de los dos pies del objetivo a abrazar, se desliza una mano en lo que viene siendo la zona superior al cinturón y cuando se tiene bien prenzado el cuerpoacuerpo se deja el croncheo al gusto, dependiendo de la urgencia o la calentura que se tenga. En el caso de la fémina, el arma será la mano que se tienda alrededor del cuello, y que toque finamente el cuello o cabello del individuo buscador. En caso de combinarse los dos elementos, tomando en cuenta el croncheo, puede desatarse la furia de titanes o lo que es lo mismo, la hora ya vas que chutas (Boticuá, no te olvidamos).

c) El abrazo familiar: Es aquel que se provee en las reunioncillas de la manada propia, y que igual se puede otorgar a la tía Rubirenda que a la prima Pandirrosa que lleva 234970 años de nadadenada. Es un abrazo neutro, digamos. El eje principal es el vértice ubicado contiguo al codo, y ahí es donde se concentrará la fuerza de la expresión. Porque desde ese punto se puede controlar el resto del cuerpo y evitar contactos no deseados. Normalmente viene seguido de un "ay tía cuánto tiempo sin verte".

d) El abrazo del borracho. Como su nombre lo indica, es aquel que es brindado por una persona no-en su sano juicio. Es sumamente desagradable, pues está condimentado por un apeste muy gacho procedente del hocico del borracho, y como éste está torpedo (torpe y pedo), no mide las distancias que debe haber con respecto a la burbuja espacial del otro. Ahora bien, si se trata de una damita, ahí depende del abrazador si desea convertir un abrazo del borracho en un abrazo buscador, siendo éste más fácil de dar por las condiciones del ambiente. El riesgo de esto último puede tener consecuencias desastrosas. Abrace bajo su propio riesgo.

Y así. Por cierto, muchas veces he escuchado teorías dichas por un autor que nunca nadie se acuerda, que el hombre necesita nosecuántos abrazos para llenar su cuota de cariño diaria. Pues yo no sé. Pero como sea, yo sí les sugiero que abracen por doquier (ver categorías arriba) y no sean marros a la hora de repartirlos. No soy doctor de nada, pero se siente chido.

Ustedes den sin fijarse a quién.


Para justificar esos abrazos ganadores a lo largo de la historia.

Monday, July 27, 2009

Me cayó una caca de paloma en la mano

Así nomás, de huevos. Ayer iba caminando con los Karamazov y plop. Me cayó una caca de paloma en la mano. No hay más que decir.


Pinche paloma.

Saturday, July 25, 2009

Y sólo porque no tengo de otra...

Ya que no puedo dormir, no me queda de otra más que escribir. Desde hace rato traía pendiente una serie de pensamientos muy poco familiares entre sí, por lo que no hay otro formato posible más que el "What I've Learned". Aquí va:

+ No subestimes el poder del desayuno. El humor de tu día depende directamente de él.

+ La relevancia del dinero en tu vida no se mide cuando no lo tienes, sino cuando ya lo tuviste y lo dejas de tener.

+ Un hombre debe saber hacer todo lo que hace una mujer (Esta premisa era inversa en los 80).

+ Nunca insultes a una mujer. Sea por la razón que sea, tarde o temprano te vas a arrepentir.

+ "Es que la gente ya no lee". Nunca esta frase estuvo tan pasada de moda.

+ No sé por qué las ansias de escribir un libro aumentan con la edad. Yo voy en la etapa de "algún día escribiré un libro", antes ni siquiera pasaba por mi cabeza. Tengo la idea perfecta, ahora sólo me falta tener miles de horas libres para sentarme a investigar, leer, armar y escribir. Nada más.

+ Antes decía que jamás trabajaría en otra cosa que no fuera periodismo. Hoy no lo descarto.

+ En un post de SLeal, leí un consejo que le dio Orsai, y era algo así: "Cuando escribes, no se trata de hacer parecer que eres el tipo más inteligente porque usas las palabras más rimbombantes. El chiste es escribir las cosas de la forma en que el mayor número de personas te entienda. En eso radica que tu blog sea más universal". Eso, eso...

+ Me gustaría tener los huevos para comprarle a mi vecino el Mercedes Blanco del 74 que estaciona a diario afuera de su edificio. Pero entre que no tengo huevos y no tiene conexión para iPod, no me animo.

+ El problema de este País es su gente. Somos tan quejosos, tan negativos. Pero como a la vez somos tan alegres, tan sarcásticos, tan aguantadores, le tapamos el ojo al macho y ai'nos la llevamos.

+ Tal vez no dimensionamos el tamaño de atleta que vemos con Roger Federer. Para generaciones futuras, él será el equivalente a Pelé en el tenis, nada más que dichas generaciones sí tendrán YouTube para verlo. Porque seamos sinceros, ¿qué han visto de Pelé que no sea el gol de la Final del 70 y el del sombrerito en Suecia 58? Por eso Maradona es más querido, más real.

+ Una gran parte de mi concepto de las personas viene a través de cómo huelen. De las mujeres, básicamente.

+ Debo de usar más el morado.

+ Los embutidos están sobrevaluados.

+ Uno no sabe cuánto es necesaria una persona en tu vida hasta que se va. Igual que con el dinero, pero más cabrón.


Para desahogar mi falta de sueño.

Tuesday, July 21, 2009

Iaypón

Mi primer Iaypón llegó a los 21 años, cortesía de mi novia universitaria. Desde entonces, no dejo de portar semejante arma, imprescindible para momentos de desesperación y ocio.

El Iaypón que porto a la fecha lo adquirí el 1 de enero de 2006, en Joligud. Es motivo de envidia de chicos y grandes por su aguante, resistencia y durabilidad. Ha estado conmigo en las buenas y en las malas. Va para largo.

Recuerdo cuando Figao y yo cuidábamos nuestros respectivos Iaypóns casi casi con pincitas. Hoy son de batalla y han aguantado tremendos catorrazos.

Ayer que fui a La Buena Tierra, llegué con mi Iaypón. Pero no quería bajarlo del coche. Así que le dije al valet que se lo encargaba. Y entonces, él anotó en el papelito que en el coche dejaba mi Iaypón.

Así:


I-A-Y-P-O-N (Yo le puse el acento, se le pasó al valet).

Con ustedes, mi Iaypón:
Para Bianca, una buena persona, no como yo que me burlo de la desgracia ajena.

Sunday, July 19, 2009

Echarse un coyotito

Tengo la manía/virtud/mala costumbre (elija usted según considere) de despertarme muy temprano, sin importar lo realizado el día anterior. Es decir, puedo haber empedado como campeón, o dormido a las 9 pm como Dios manda, y de todos modos despego el ojo alrededor de las 6:30-7 am, sin excepción alguna.

El sábado le pegamos duro al tequila en el Adonís, el lugar de las grandes ocasiones, y como empezamos temprano, la larga sesión nos dejó tendidos a la 1:30am. Bueno, pues a las 6 ya estaba parado, pero con una insatisfacción enorme y el tamaño de mis ojos inversamente proporcional a la misma. De por sí mi mamá dice que un poquito más hundidos y me llegan al cerebro, pues con el desvelo esa meta estaba cerca de cumplirse.

Sin embargo, nunca de los nuncas debe uno perder el estilo. Y mientras navegaba por las gentiles calles de Polanco este domingo, encontré la muestra de cómo alguien, en su desesperación, puede proceder a caer rendido en la circunstancia más atroz.

Bajo el inclemente rayo solar, en pleno Moliere, a las 12 del día, sin importarle nada de este mundo, este cabrón decidió que era prudente dormirse. Sobre su cajuela. ¿Por qué no? Sobre su cajuela.

Por favor, si algún día empedo con alguno de ustedes, y decido jetearme, no me permitan lo mostrado en la foto. Porfas. Neto no. Mínimo métanme al coche a chingadazos.


Pa'mearlo. Ese guey está pa'mearlo.