Sunday, August 21, 2011

Marlene

La historia está compuesta de historietas.

Las historietas, querid@s lector@s, pueden originarse de una vivencia contada de manera casi periodística, con pelos y señales, o bien, podría emanar del ronco pecho de un relator que le pone crema a los tacos con el u.n.i.c.o. fin de que sea recordada con una sonrisa por los siglos de los siglos, y sin que necesariamente corresponda fielmente a la realidad. Muy al estilo Big Fish, vaya.

Bueno, pues a mi abuela Marlene le encantaba contar una historieta en la que aparecíamos ella y yo en la cocina de la vieja casa de Eugenia1259 en el lejano 1982. El relato era muy corto pero a Marlene le fascinaba recordarlo: cuando yo tenía unos cuantos meses de edad, me daba de comer y para que el troglodita abriera el oceano, Marlene se encargaba de gritar Platiniiii!!! y aquel alarido era la fórmula infalible para que el hígado machacado o algún otro "manjar" del estilo se fuera sin escalas a mi esófago.

Yo siempre califiqué dicho pasaje como un mito, pues Marlene tenía la memoria más endeble de la historia. ¿Qué se iba a acordar mi abuela de los jugadores de la época?

Sin embargo, haciendo cuentas, caí en que el Mundial de España 82 transcurrió mientras yo tenía unos 4 y 5 meses de edad, y en dicho torneo Platini surgió como la estrella indiscutible de la Selección Francesa anotando un par de goles. Es decir, la escena en la cocina de Eugenia tiene todos los elementos para haber ocurrido.

Mi abuela murió el pasado 1 de agosto de 2011. Ese día por la mañana hablé por última vez con ella, y le comenté que saldría por primera vez, desde el inicio, en un programa llamado Pasión, a las 3 de la tarde en el 501 de Cablevisión. Se apuró a comer, se acomodó en el sillón, sintonizó el programa y decidió que ya era suficiente.

Por supuesto, cuando tu abuela es tu mejor amiga, tu confidente, tu consejera de cabecera, tu apoyo condicional y tu fan número uno... nunca es suficiente.

Mi abuela pasó por este blog muchas, muchas veces. Me burlé de cómo hablaba (aquí), la puse a cantar (aquí) y hasta la disfracé de vikinga (aquí). Aguantaba vara duríiisimo. Le hacía bolita, nos dábamos cachetadas, nos contábamos intimidades. Era una auténtica amiga, una persona con la que podía contar en cualquier momento, una figura maternal que me cuidó desde que nací hasta que nos dejó para irse con mi abuelo.

Y más allá de lo sentimental, también fue una rifada. Ella me pagó mi primer semestre de universidad, solita y su alma. Por supuesto, nos abrió las puertas de su casa cuando no había mucho padónde ir y ahí nos enseñó cómo se da sin esperar nada a cambio. Y cuando nos pusimos pubertos e imprudentes nos siguió dando, y cuando ya éramos quesque maduros y adultos nos siguió dando más y más, sin escatimar en nada, y además cuidándonos las espaldas para que no nos pasara nada.

Marlene era sorda, de las que no oía pero componía. Eso sí, escuchaba de maravilla. Era la persona indicada cuando se presentaba la confusión porque pensaba con mucha claridad. Buena pa´echar el chisme, pero objetiva a la hora de emitir un juicio. Distante en el trato en general, pero cariñosa ante el apapacho necesario. Sus verdades eran como su rostro: sin maquillaje y sin arrugas, aunque dolieran. Y en todo esto, consistente en su manera de pensar y sentir hacia los demás. Fiel a los suyos en las buenas y en las malas.

Es curioso cómo muchas personas de las que fueron a su funeral me comentaron sobre la existencia de una última plática con ella, un último consejo o un último gesto de cariño de su parte. Es imposible determinar cuándo te vas a ir, pero supongo que ella lo presentía. Llovieron visitas de gente que la estimó por quien fue o por lo que dejó en su familia.

Me cuesta trabajo hablar en pasado de alguien que seguirá tan presente en mi vida como Marlene, a la que quise tanto y sin interrupciones. De Marlene, supongo, permanecerán las historietas, la de Platini y tantas más que ahorita me duele contar porque la extraño y la extraño. Y este post que le dedico con todo mi cariño y todo mi corazón.

Thursday, July 07, 2011

La mejor foto que he tomado en toda la vida

Era mi primer día en Bali después de 14 horas de vuelo de San Francisco a Hong Kong, y 6 más de ahí a la isla más maravillosa del mundo. Salí con la cámara a pescar imágenes a lo bruto, las que se me cruzaran enfrente y llamaran mi atención.

Apenas había caminado unos pasos y a mi derecha encontré una puerta abierta después de un par de escalones hacia arriba. Era una escuela. Pública, supongo. ¿May I take pictures? ¡Yes! Vaya, los balineses te dicen que sí a todo, con sonrisa de por medio.

No estaba tan tupida como cuando regresé, pero ya traía una barba pronunciada. Eso en Bali me hacía atractivo. La misma barba en Bangkok me hacía repugnante. Pero en una escuela balinesa, la barba, la altura y la cámara fueron un imán.

Los niños jugaban futbol, bastante bien, por cierto. Pero bastó que dijera una vez: 'Picture!'... y todos corrieron hacia mí, pero en vez de posar, me abrazaron. Sorprendido, me reí, y les dije con mayor insistencia, 'Picture, picture'. Se hicieron dos pasos hacia atrás. Y yo uno al lado contrario para tener mayor perspectiva, lo cual fue inservible porque aquellos percibieron distancia y se acercaban más a mí. Entendido el código, no la pensé dos veces y... CLICK:

Aparecen 10 niños balineses en la foto. Los numero del 1 al 10, izquierda a derecha, para describir el increíble arcoiris de personalidades que hay en la foto.

1. El coqueto. Alias el metrosexual. Le auguro un futuro profesional prometedor en el mundo de la moda. Su pulcritud es escabrosa.

2. El serio. Próximamente, ingeniero civil. El serio del grupo. No se ríe ni en defensa propia.

3. El gandalla. Se amachinó el lugar de enfrente, a la malagueña. Aguantó vara y empujones con tal de salir en la foto. Podría figurar vendiendo cervezas en la playa o rentando tablas de surf en Kuta Beach.

4. El chichifo. Funge como patiño del líder del grupo. Sale en la foto sólo por añadidura. Godínez por naturaleza.

5. El líder. Torta en una mano y la pelota en la otra indican claramente que aquí sus chicharrones truenan. Largo matrimonio le espera, a costa de varios madrazos por creerse tan chipocles. Futuro monetario estable.

6. El copetes. El típico guey que ni sale en la foto. Lo único que hay que decir de él es que trae un peculiar copete. De ahí el apodo.

7. El geniecillo. No necesita estar hasta adelante para figurar. Es el genio, normalmente manipulado por el líder. Les resolverá los exámenes, o tal vez la vida, a todos.

8. El lelón. Se ríe de todo, sin restricción. Todo se le resbala y es un amigo de primera línea. Está listo para ser Gerente de Sanborns, de preferencia el del Riviera.

9. El rebelde. No necesita posiciones de privilegio para dejar en claro su postura. Toma, cómete tu dedo y ya, lárgate.

10. El colado. ¡El colado!

Bellos recuerdos Bali, pero ahora sí, dejemos la sarcástica... vamos a la mejor foto que tomado:

Oleo sobre papel: "La gata aburrida vs. los legítimos peces en el río".

Esta foto de una pintura en Hanoi, Vietnam revela la verdad sobre el tan cantado villancico: La Virgen que lavaba pañales no era Virgen, era gata. En esta imagen, el autor plasmó el momento que después de lavar pañales se le picaron las maAaAanos. Manos de mi corazoOoÓn.

Jajajajaa, los peces en el río jaja...

Ejem... ok. Besos.

Tuesday, June 28, 2011

Estacionamientos

Aprendí a manejar en un estacionamiento: el de la Comercial Mexicana de Pilares. Digamos que ahí está mi placenta vial.

En 1997, a bordo del bochito rojo 556DFJ, llegaba por las tardes a ese enorme predio de asfalto con mi mamá como piloto, para luego intercambiar posiciones y ponerme al volante, listo para cagarla con el embrague una y otra vez, hasta que la transición de punto muerto a primera saliera tersa, sin jaloneos.

Me tardé varias sesiones en agarrarle la onda a eso de neutral-primera-segunda-primera-segunda-tercera-segunda-primera-neutral. Frena. Pues como a todos, ¿no? Y como en todo en la vida. Digamos…

Uno no viene sabiendo de paquete cuándo acelerar y frenar, cuándo ceder el paso o cuándo clavársele al de a lado. Cuándo será mejor ir por el de alta, o campechaneando en el de en medio, o cuándo hacerse a la derecha porque ya viene la salida y hay que estar buzos. O cuándo ya valiste gorro porque se te pasó y hay que agarrar el retorno y quién sabe hasta cuándo llegue.

Pero regresando a los estacionamientos… qué reverenda mamada que ya TODOS te cobren. Por favor, alguien dígame UN estacionamiento que no cobre, y no vale la simbólica de 2 pesos. Los estacionamientos sin cobrar están más escasos que los billetes de mil varos. Lo peor: cobran y son malos, difíciles de usar, inexactos y para los miembros del Club de Goofy como doña @locadelamaceta y su servidor es absolutamente imprescindible hacer varias maniobras, so pena de ser silbado y escupido en el parabrisas.

El colmo: ya hay viene-viene’s DENTRO de los estacionamientos, como en Plaza Miramontes. No sé si se deba a que está ubicado en Coapa-apa-apa donde la gente es guapa-apa, pero no me xalen con que ahora los viene-viene’s te echan ‘aguas’ cuando pagas para no depender de ellos. Si a los legítimos viene-viene’s no les doy… imagínense qué chingados les voy a estar dando a los espurios. Y luego se encabronan. Y luego te quedas con miedo de que ‘sin querer’ les vayan a pasar una llave dibujando el horizonte a lo largo de tu nave. Y entonces mejor lo dejas afuera, pa’que esté más seguro. La connnncha de los círculos viciosos de este hermoso país.

Supimos que todo había valido madres desde que cobró el Esta (si es ‘Cómer’ es ‘Esta’) de la Cómer. ¡Era casi casi espacio público, patrimonio de la Del Valle! Cuántas cascaritas, cuántos tochitos, cuántos imberbes como yo no fuimos a aprender a manejar, a aprender de la vida en esos espacios.

Estoy leyendo un novela futurista de Rosa Montero llamada ‘Lágrimas en la lluvia’ y la dama no puede ser más atinada. No se los cuento (porque DEBEN leerlo) pero describe un futuro que no es Milenario, sino invasivo y privativo, con drogas para todo y agua y aire restringido. Nada que no vayamos a ver muy, muy pronto.

Así las cosas, pinta bien la cosa con todo un poquito más restringido: partidos de futbol, sitios, estacionamientos y, lo peor, corazones.

No sean así, hagámonos un favor: desrestrinjámonos el cerebro y aprendamos otra vez a manejar.

He dicho.

Tuesday, June 07, 2011

En sentido contrario

Luis rema diario contra la corriente.

Luis atenta contra lo que dicta una tradición no escrita, que indica que todos los corredores tienen que circular en el sentido de las manecillas del reloj. En otras palabras, Luis atenta contra el maldito sentido común, pero le vale madres.

Cada mañana, Luis flota entre la multitud, a veces languidona, a veces robusta, y se desplaza en sentido contrario a todos los demás. En Los Viveros de Coyoacán, Luis establece un carril imaginario, pegado a la derecha. A un costado tiene los pinos y abetos que le estorban cuando ya no hay campito para correr. Al otro, el río de corredores que, a diferencia de él, sí van como Dios manda.

Mientras corre a su ritmo, empapando su playera verde, la misma de siempre, Luis va buscando toparse con una mirada que lo intrigue. Quiere cachar a una chica que se pregunte por qué demonios está corriendo en sentido opuesto a todos los demás. Muestra su mejor sonrisa posible tras varios kilómetros recorridos e incluso baja la velocidad cuando encuentra un rostro que lo hechiza.

Pero nunca tiene éxito. Nadie lo pela, nadie lo observa, nadie le responde con la mirada. Nadie lo toca. La mayoría son chicas saliendo de los 20's y entrando a los 30's, derritiendo los excesos con el jogging y construyendo los tejidos que las dejen ser más sólidas en su figura. Ninguna lo fuma. Y Luis sólo quiere una sonrisa de respuesta que le dé entrada a una plática amigable, de corredores, de tratar de predecir juntos el clima del día y de compartir dolencias y calambres. Nada que no quiera cualquier mortal.

Quién sabe. Tal vez de esa plática podría surgir una empatía atroz que los lleve a tomar el jugo juntos, y por qué no, a desayunar. Luis anhela que esa química encienda y que su encuentro reditúe en una salida al cine, después a cenar, y con suerte... al baile. Pero primero la sonrisa. Y ésa no llega.

Cada mañana Luis llega puntual, a las 8, a comenzar su rutina. Calienta, por si acaso tiene caso, pisando hojas secas y contemplando cómo las ardillas se suben los árboles. Luis arranca a toda velocidad, exhalando furioso, en un intento por impresionar a los mujeres. Frunce el ceño para imprimirle más esfuerzo, y tiene cuidado en no limpiarse la nariz con la mano. Esquiva curvas peligrosas, escurriéndose entre los corredores y espoteando a alguna dama que le dilate la pupila.

Pero nunca sucede, ni sucederá. Es imposible, técnicamente. Su tristeza lo devora, sabiendo de antemano que está destinado a la soledad eterna, y a que nadie lo acompañe en su esfuerzo. A que nadie le encuentre la mirada, ni le sonría, ni le acompañe a tomar un jugo. A que nadie le acepte su invitación a desayunar, ni a cenar, ni mucho menos al baile.

En realidad no hay pierde.

Así era cuando estaba vivo.

#fixion

Sunday, May 29, 2011

Esto de seguir a los buenos

Twitter ha logrado algo espeluznante.

Ya ni siquiera necesitas ser un completo baboso para recibir reconocimiento social: ahora, basta con ser medio baboso intentando ser alguien más, un suplantador de Lady Gaga, Laura Bozzo o Anahí, y te puedes conseguir una numerosa manada que te siga hasta el último aliento.

Por eso, cuando me dice mi compadre que Chespirito tiene Twitter lo descertifico de inmediato con el iso 9000 bromas pesaditas y dejo el tip para la mañana siguiente, cuando descubro que Roberto Gómez Bolaños abrió su cuenta en la galaxia y que en menos de un día se armó con 50 mil seguidores a sus 82 años.

Algo tiene Twitter que me hace quererlo a pesar de ser el presunto culpable de la desnutrición de muchos de los blogs que más me gustan. Es que me da la sensación de escuchar, aunque sea a veces sin derecho a réplica, a personas brillantes en su auténtico jugo.

Y qué delicia que ahora podré también escuchar a Chespirito. Su fenómeno es U.N.I.C.O. en la historia de México. Criticado por crear una comedia banal, de retrasados mentales, dicen, nada para extrañarse en un país en el que tener éxito es pecado capital.

Roberto Gómez Bolaños es un tipo con una habilidad invaluable para confexionar personajes de nuestra sociedad. El tipo interpretó los estereotipos mexicanos y los puso a la disposición de cualquier compatriota, por estúpido que éste sea, para que nos riéramos sin complicaciones ni complejos. Ése es su gran mérito.

Así, tenemos que inventó a un héroe al que la gente venera en un sinfín de episodios cotidianos a pesar de ser un cobarde para enfrentar a la delincuencia, un demagogo que se equivoca en sus frases, y que para colmo está disfrazado de rojo con el Ché en la playera. Perdón, con la Ché en la playera. Es la crítica a cualquier político de izquierda de nuestros días.

El juez de los Caquitos es el típico burócrata que se lava los manos entambando a todos. El nombre de su policía es una joya: Refugio Pasguato. Kiko es el primer mirrrey de la historia. La Bruja es la primer doña de Polanco emperifollada, a pesar de vivir en una vecindad. Ñoño es el presagio de los problemas de obesidad infantil en el país. ¿A poco no eso de ‘Síganme los buenos’ es el primer follow friday? Y los Chiflados son los primeros ciudadanos de una urbe virtual en la que todos decimos sandeces sin sentido.

Pero el mejor de sus personajes no salió en su programa semanal. Es un aguador del América, creado para una película en 1978, que no podía ser más bruto porque hubiera sido ilegal. Ilusionado porque su esposa está embarazado, El Chanfle imagina que su chavo será estrella de futbol, y que entra de cambio para anotar goles impensables (aún no nacía Messi). Al final, El Chanfle no tiene un hijo, sino una hija que ve nacer en el vestidor del Estadio Azteca, en medio del clásico entre América y Atlético Español.

A mediados de los 80, yo vivía en Matías Romero y Gabriel Mancera, justo en frente de un videoclub con una oferta fílmica más limitada que la tolerancia de Mourinho. Cada sábado, cruzaba la calle para rentar dos películas de cajón: una distinta por semana y, de rigor, la secuela El Chanfle II, la comedia de errores más idiota de la historia, plagada de juegos de palabras que me hacían (hacen) reír como imbécil.

Tanto la vi que me aprendí los parlamentos de memoria (a las pruebas me remito). Mis primos me comenzaron a decir “Chanfle” a manera de burla por esa obsesión, y yo lo adopté como apodo. Dato curioso: El Chanfle II se estrenó en 1982, año de mi nacimiento.

Jamás he cruzado palabra con Chespirito, y cada vez que se dispara el rumor de su muerte me lamento de no haberlo entrevistado, o mínimo charlado con él sobre mi admiración. Antes de que acabe este año buscaré el encuentro y lo plasmaré por acá. Le explicaré mi admiración, y le agradeceré haber hecho mi niñez más llevadera en los tiempos más difíciles. Le preguntaré sus secretos, y me tomaré una foto con él haciendo el gag del Chanfle.

ºManos atrás y adelante, suben el pantalónº ºManos a los lados, suben el pantalónº

Mientras, ya lo sigo en Twitter, que será ideal para un tipo que creó al menos 10 frases que habitan en el inconsciente colectivo del mexicano, todas en menos de 140 caracteres. Chespirito es ideal para Twitter. Seguro habrá quien lo imite, y no dudo que pronto lo involucren en uno de esos escandalitos lamentables por una frase malinterpretada o sacada de contexto. El remedio está en una de sus referencias más gloriosas:

No hagas caso Beto, lo mismo decían de mi tío Berenjeno.

Tuesday, April 26, 2011

¿Quieres con ruido o silencio?

Hace varios ayeres, el legendario programa En Familia Con Chabelo contaba con un curioso concurso que fungía como su atracción principal. Era una mecánica de lo más idiota, pero que por alguna razón garantizaba las risas de los participantes, del público en el estudio, de los televidentes en casita y de los cuates de provincia.

“La Escalera Loca” no era más que dos mecates atados a dos paredes con varias tablitas perpendiculares, que conformaban una escalera horizontal totalmente inestable, y a través de la cual los concursantes tenían que llegar de un extremo a otro para apretar un botón y así ganar un premio, que normalmente era un coche deslizador “Avalancha”, muy inútil pero anhelado por todos los hoy treintañeros (o casi).

Como dificultad extra, Chabelo se acercaba al papá en cuestión para preguntarle: “¿quieres subir con ruido o silencio?”. Si decía “silencio”, el papá subía con relativa calma, pero Chabelo lo siscaba gaaaacho en varias ocasiones con el afán de que cayera. Si respondía “ruido”, la orquesta del programa hacía un ruidero monumental que te desconcentraba sí o sí.

El ochentero recuento en los párrafos anteriores viene a colación porque desde hace varios meses, Vadanita y yo tenemos un vecino bien buena onda en el departamento de arriba, en el departamento 7. El caón saluda chingón, es amable, no jode para que movamos el coche y tampoco hace fiestas que nos despierten de madrugada. Digamos que sus fiestas son más petit-comité.

Y sabemos que sus fiestas son de dos (hasta el momento) porque semana con semana, viernes o sábado, comenzamos a escuchar los famosos quejidos femeninos que no denotan dolor, los gritos de dolor que no duelen y los “ya!” que lo último que desean es que el trance se acabe.

Así es, el vecino de arriba es el campeón del humorismo blanco, y dadas las propiedades de la construcción del edificio en la Anzures, Vada y yo solemos escuchar todo el numerito del amor. Creemos que las chicas (y digo chicas porque no, nunca es la misma) quieren jugar a “La Escalera Loca” y piden subir con ruido, y aquel sin piedad las pone a hacer su propio escándalo. Y como decía la Sonora Margarita, “Es-cán-da-lo, ¡es un escándalo!”.

El cuate éste las pone a gritar como puerco de camino a las carnitas. Hay los gritos en varios estilos. Está el de película porno (ése que hace pensar al varoncito que es el semental que la historia estaba esperando), el masoquista (alaridos desenfrenados que incluyen todas las vocales), el grito de autoayuda (“sí, sí, sí!!!) o el que yo llamo “La Sirenita recupera su voz” (“aaAAH, aaaaAAAAHHHHH”).

Las primeras veces creíamos que nos quería robar protagonismo a los del 5, pero con el paso del tiempo ya notamos que es su propia técnica y no tiene que ver con nosotros. Este último fin de semana trajo a su conquista en domingo y tómala, la ajustició también sin piedad y con placer, y ya de plano le dije a Vadanita que se trajera las palomitas. En esta ocasión los gritos estaban a tope y tenemos la hipótesis de que había instrumento de por medio porque se oían unos latigazos cuereros (a huevo era un látigo. La neta, bróder, nadie está tan súper dotado).

Muchas veces lo hemos visto entrar al edificio, muy campante, y el campeón tiene cara de que no rompe un plato. La discreción, me dijo alguna vez un primo, te ayuda a multiplicar los panes. Como en la Biblia, pero con carne.

No es que nosotros seamos almas de la caridad, pero este carnal sí se lleva las palmas. No sé si de plano sea muy chipotles, o si las chavas sean antiguas seguidoras de Chabelo que cada vez que se suben a la Escalera quieran subir con ruido.

No es por nada pero… ojalá ya a alguna le guste el silencio. Y que de repente por ahí las sisquen gacho.

Thursday, April 07, 2011

Quiero ver cómo llegas

El paso del tiempo es cabrón. No cabrón de que espante, al menos a mí no. De hecho, me gusta la sensación de haber recorrido camino y poder voltear patrás y decir, quióbole, la vereda estaba ruidosa y aun así la caminé, con raspones y todo.

Pero sí, el paso del tiempo es cabrón, porque a muchos se nos olvida que sólo pasas una vez por aquí y se nos van quedando pendientitos. Desde, ‘ay, se me olvidó ir por las tortillas’ hasta ‘ay, se me olvidó ser feliz durante 10 años… Dios, ¿sí de favor le podrías apretar el reset?’.

Traigo la reflexión ante ustedes porque hoy mi Tío Luis (alias el Chaparrito) cumple 60 años, y sobre todo en el pasado, cada 7 de abril le hacía burla de que ya estaba betabel. Y él me respondía con una frase que me desarmaba de volada en mi chacoteo: “Pues sí, pero quiero ver cómo llegas tú, chaparrito”.

Tótótómala.

En mi vida han predominado las figuras maternas, pero en el rubro paterno la triada la componen el gran Afif, mi querido tío el Arquitecto, y el Tío Luis. De los dos primeros ya he escrito, y hoy completo un ciclo en ese sentido.

Mi Tío Luis es hermano mayor de mi papá. Ante el divorcio de mis padres, mi tío decidió por voluntad propia adoptarnos a mí y a mi hermano como parte íntegra de su pequeña familia, constituida por su esposa Isabel y mi prima Julia, recién matrimoniada y conocida en el bajo mundo del Twitter como @LaChuleBri.

Mis tíos batallaron un rato para concebir a la Chuletas, y no hubo chance de que les llegara un varón. Sin embargo, por elección decidieron arropar a los bodoquitos Briseño Said, que en ese entonces estaban en su incipiente niñez y adolescencia.

Y cuando digo arropar, lo digo literalmente. Jalaba parejo con nosotros pa’todos lados. Mis primeras visitas a la playa en carácter de desmadre fueron con él, en el lejano 1993. En dicho viaje por carretera a Ixtapa, el huracán Calvin arremetió contra el hotel Pacífica, y en las habitaciones, entre la lluvia y el cotorreo la pasamos a todos mecates.

Toño, Pepe, mi tío Luis y yo jugábamos dominó cada noche. Cabe destacar que yo tenía 11 años, y mi educadísimo reloj biológico me decía a las 9pm que ya era hora de jetearse… aunque la partida apenas comenzaba. Entonces yo batallaba con las mulas, y con las mulas de mis primos que me vacilaban ante mi cabeceo de micro en Periférico. Al otro día, por supuesto, me levantaba 6am y me gané, a mucho orgullo, el legendario apodo de Mr. O’Clock.

El día que arreciaron las lluvias, mi tío salió al balcón quesque en su espíritu aventurero, y mis primos y yo le cerramos el balcón, nomás de maloras. Una vez pasada la broma, mi tío, bañado en su ropa, su cartera y en su orgullo, nos la cobró quitándonos el presupuesto personal para desayuno y comida, y lo teníamos que recuperar… jugando dominó. Así era y así es mi tío. Me dio muchas, pero muchas lecciones de vida por experiencia, haciéndome saber que tus actos tienen consecuencias, para bien o para mal.

Recorrimos la República por carretera. Fuimos a Tequisquiapan, a Ixtapa enemil veces, a Acapulco, a Vallarta, a Cancún y a Monterrey… por carretera. Mi tío me enseñó a manejar. Descalzo y con toda la familia a bordo, a los 13 años. Órele, al ruedo y sin temblar. También me enseñó a compartir, aunque él se excedía un poquito cuando a huevo quería que un helado lo roláramos entre todos a pesar de las babas, nomás paque probáramos la guanábana o alguna extravagancia para mi paladar, educado a la McDonald’s. Si mi tío me cobrara la lana que me pagó en colegiaturas, tendría que vender mi coche, toda mi ropa y empezar a conseguir recursos con cuerpomatic, porque nomás no me alcanzaría. Gracias a él seguí estudiando, así de fácil. Y qué qué, qué qué, también tenía pa’mis chuchulucos.

Pero a pesar de todos las experiencias que he vivido con él, lo más importante que me ha regalado es el sentimiento de ser parte de una familia. De saber que perteneces, que alguien se preocupa por ti y que te considera como suyo. Supongo que esa sabiduría te la dan los años. Hoy tengo 29 y me faltan como 31 años para llegarle a los talones. Cuando tenga 60 haré una evaluación de cómo me va en la vida.

Y como dice él: quiero ver cómo llego.