Históricamente, mi familia tiende a enfermarse. Incluso cuando no está enferma. Por eso, no me sorprende que el Subcomandante sea un actorzazazo en esos momentos de la excusa escolar. "No no, Migue, me duele la cabeza cabrón... aaaaaghhh" (revolcón en el catre incluido). ¡¿Por qué se encabronaba mi mamá?!, si ella toda la vida tuvo males diversos: jaquecas, retortijones, moretones, dolores en el pretexto derecho. Mi madre, a su vez, heredó de mi abuelo una capacidad teatral bruta, y de mi abuela, los achaques. Ahí les encargo.
Traigo este antecedente histórico a razón de mi último gran propósito. Todo nació un día que me sentí mal. Mal en general. Y pues, haciendo ejercicio esporádico, sin regularlo, comiendo de la fruta (y no fruta), decidí meterme en un serio régimen atlético. A lo largo de mi niñez, me desempeñé con éxitos moderado en algunas disciplinas... y con amplias penas en otras. Por ejemplo, el karate nunca fue lo mío. Nada más porque me creía Daniel San le empecé, pero a los primeros catorrazos el gordito de la primaria decidió abdicar al arte marcial. Vino la natación, y mi mamá en vez de aplaudirme me echaba mojarras como a Keiko. Tampoco. Llegó el basquet, y aunque no era un virtuoso, pues acá me defendía a punto de grito y asistencias. Y con la universidad llegó el sedentarismo.
Tons... con mis 94.9 kilotes, recurrí a un experto: Javier Santiago. Triple campeón de la carrera vertical de la Torre Mayor. Una pinche bala. Me evaluó físicamente (los resultados ya se los imaginan), me impuso una rutina, nuevas reglas alimenticias, y a correr. A correr en serio.
El día que comencé con él, le dije que mi meta era correr maratones. Lo sigue siendo y para allá voy. En medio, por supuesto, habría muchas pruebas intermedias que comprobarían mi avance o evidenciarían mi ridículo. Entre ellas, el famosísimo 10k de Nike. Esa carrerita, y la marcha contra la Inseguridad el día anterior, arrojaron como saldo "El fin de semana que Reforma fue fresa" (ya era hora). El caso es que esa de Nike ya la había corrido hace un par de años, en pleno plan pachanguero, y sólo guiado por el Miyagi de los Viveros.
Ahora, tres meses después de entrenarme machín, bajé un chingo de peso (86.6 kilos), y tenía un plan de carrera y todo el pedo. Conmigo se inscribió HMI, entusiasmado neófito del atletismo. Su lema: "No voy a ganar, ni siquiera acabaré entre los primeros, pero eso sí, voy a ser el mejor vestido". Se compró un jueguito de keniano fashion que bue... una chulada (jajajaja).
Llegamos a Río Misipipí bien temprano. A lo lejos vinimos a Juanito, que si me ponía de acuerdo con él para encontrarlo, seguro no me lo topaba. Tramposamente metimos a HMI en el pelotón que, en teoría, acabaría entre 45 y 55 minutos (yo ya planeaba echarme un omelet mientras mi carnal llegaba a la meta). Ahí conocimos a Pentatleta, amiga de la novia de HMI que lo reconoció vía facebook (aaaah, el facebook y sus redes sociales). A unos, qué será, 3 mil corredores nos aglutinaron en un espacio donde cabían, qué será, unos 44. Eso sí, adelante de nosotros un boquetote libre. Un morenito del Tepeyac, al cual HMI bautizó como Acapulquito, nos retenía y nos pedía "de favor" que nos calmáramos.
Y comenzamos a enardecer a la turba.
"Yaaaaaa Acapulco, déjanos avanzar putoooooo". Y Acapulquito se hacía pendejo. De repente, ese gran espacio de calle fue ocupado por unos 18 ojetes que empezaron a calentar como Dios manda, con todo y faroladas que sólo hacen los novatos. Eran "los VIP". Que vayan y chinguen a su madre. Qué importaba... nosotros calientes ya estábamos de tan juntitos. De vez en cuando, Acapulquito se compadecía: a ver señores, avancemos 10 pasos. "Chinga tu madre Acapulcoooooo" (Contábamos y avanzábamos, 1, 2, 3, 4...) Luego otra vez. A ver a ver, otros 10. "Vete a la verga Acapulcoooo, te presto gel si quieres Acapulcooooo" (Contábamos y avanzábamos 1, 2, 1, 1, uno, uno, unoooooo). Poco a poco se redujo la brecha y se acercó el pistolazo. Y vino el tradicional helicóptero de seguridá en el cielo. Y justo como apunté hace dos años, no sé porqué mocos los mexicanos siempre saludamos o le mentamos la madre a los helicópteros. Cha-le. Se arrancaron con el himno. Mexicanos al grito de gueeeEEEEEE... "Órale canta pinche Acapulcooooo, ahí nos vemos Acapulcoooo, huevooooos". Y arrancó la carrera.
Bueno, eso fue un decir.
Había tanta, pero tanta gente, que lo más que pudimos hacer era un trotecito mamadorsísimo, que a veces se convertía en caminata pedorra. El túnel de Rubén Darío lo pusieron, en vez de en el km6, en el km2, y con proyecciones y toda la cosa. Así que la gente comenzó a turistear. "Miiiiiraaaaa, la gente en Meeelbuuuur". Es Melbourne pendeja, y córrele con una chingada que no es museo. Pa'chingarla de acabar, ponen puestos de abastecimiento a la salida. Si en el súper se avorazan con las salchichas cocteleras, acá con el geitorei parecían mendigos.
Por ahí del km4 comencé a agarrar ritmo. Iba poca madre, a 4:50 el kilómetro. Pero por ahí del km6 me rebasó Pentatleta. Y ¿cómo iba yo a permitir eso? Le intenté seguir el paso, y lo u.n.i.c.o. que obtuve fue un dolor de caballo digno del octavo infierno. A huevo tuve que bajarle. Por ahí del km8 me recuperé, y apreté. Pero ya era demasiado tarde para bajar de 50 mins. Quedó en 52:35, casi seis menos que con 10 kilos más. Not bad baby, not bad.
Antes de eso vino un punto clave: el ritual de la llegada. En aquel 2006 fue simple, con las manos agradeciendo al cielo. En la de MVS de este año, apliqué la del "Fantasma" Figueroa. Ahora tenía pensada una mafufada mayor, con aditamentos y todo. Pero con tal aperre fue imposible. Así que, en honor a aquellos tiempos de cotorreo futbolero con mis primos, apliqué el festejo de Octavio Mora, identificable nada más para los muy muy MUY clavados del Cruz Azul (al centro, moviendo el torso de short negro).
Traigo este antecedente histórico a razón de mi último gran propósito. Todo nació un día que me sentí mal. Mal en general. Y pues, haciendo ejercicio esporádico, sin regularlo, comiendo de la fruta (y no fruta), decidí meterme en un serio régimen atlético. A lo largo de mi niñez, me desempeñé con éxitos moderado en algunas disciplinas... y con amplias penas en otras. Por ejemplo, el karate nunca fue lo mío. Nada más porque me creía Daniel San le empecé, pero a los primeros catorrazos el gordito de la primaria decidió abdicar al arte marcial. Vino la natación, y mi mamá en vez de aplaudirme me echaba mojarras como a Keiko. Tampoco. Llegó el basquet, y aunque no era un virtuoso, pues acá me defendía a punto de grito y asistencias. Y con la universidad llegó el sedentarismo.
Tons... con mis 94.9 kilotes, recurrí a un experto: Javier Santiago. Triple campeón de la carrera vertical de la Torre Mayor. Una pinche bala. Me evaluó físicamente (los resultados ya se los imaginan), me impuso una rutina, nuevas reglas alimenticias, y a correr. A correr en serio.
El día que comencé con él, le dije que mi meta era correr maratones. Lo sigue siendo y para allá voy. En medio, por supuesto, habría muchas pruebas intermedias que comprobarían mi avance o evidenciarían mi ridículo. Entre ellas, el famosísimo 10k de Nike. Esa carrerita, y la marcha contra la Inseguridad el día anterior, arrojaron como saldo "El fin de semana que Reforma fue fresa" (ya era hora). El caso es que esa de Nike ya la había corrido hace un par de años, en pleno plan pachanguero, y sólo guiado por el Miyagi de los Viveros.
Ahora, tres meses después de entrenarme machín, bajé un chingo de peso (86.6 kilos), y tenía un plan de carrera y todo el pedo. Conmigo se inscribió HMI, entusiasmado neófito del atletismo. Su lema: "No voy a ganar, ni siquiera acabaré entre los primeros, pero eso sí, voy a ser el mejor vestido". Se compró un jueguito de keniano fashion que bue... una chulada (jajajaja).
Llegamos a Río Misipipí bien temprano. A lo lejos vinimos a Juanito, que si me ponía de acuerdo con él para encontrarlo, seguro no me lo topaba. Tramposamente metimos a HMI en el pelotón que, en teoría, acabaría entre 45 y 55 minutos (yo ya planeaba echarme un omelet mientras mi carnal llegaba a la meta). Ahí conocimos a Pentatleta, amiga de la novia de HMI que lo reconoció vía facebook (aaaah, el facebook y sus redes sociales). A unos, qué será, 3 mil corredores nos aglutinaron en un espacio donde cabían, qué será, unos 44. Eso sí, adelante de nosotros un boquetote libre. Un morenito del Tepeyac, al cual HMI bautizó como Acapulquito, nos retenía y nos pedía "de favor" que nos calmáramos.
Y comenzamos a enardecer a la turba.
"Yaaaaaa Acapulco, déjanos avanzar putoooooo". Y Acapulquito se hacía pendejo. De repente, ese gran espacio de calle fue ocupado por unos 18 ojetes que empezaron a calentar como Dios manda, con todo y faroladas que sólo hacen los novatos. Eran "los VIP". Que vayan y chinguen a su madre. Qué importaba... nosotros calientes ya estábamos de tan juntitos. De vez en cuando, Acapulquito se compadecía: a ver señores, avancemos 10 pasos. "Chinga tu madre Acapulcoooooo" (Contábamos y avanzábamos, 1, 2, 3, 4...) Luego otra vez. A ver a ver, otros 10. "Vete a la verga Acapulcoooo, te presto gel si quieres Acapulcooooo" (Contábamos y avanzábamos 1, 2, 1, 1, uno, uno, unoooooo). Poco a poco se redujo la brecha y se acercó el pistolazo. Y vino el tradicional helicóptero de seguridá en el cielo. Y justo como apunté hace dos años, no sé porqué mocos los mexicanos siempre saludamos o le mentamos la madre a los helicópteros. Cha-le. Se arrancaron con el himno. Mexicanos al grito de gueeeEEEEEE... "Órale canta pinche Acapulcooooo, ahí nos vemos Acapulcoooo, huevooooos". Y arrancó la carrera.
Bueno, eso fue un decir.
Había tanta, pero tanta gente, que lo más que pudimos hacer era un trotecito mamadorsísimo, que a veces se convertía en caminata pedorra. El túnel de Rubén Darío lo pusieron, en vez de en el km6, en el km2, y con proyecciones y toda la cosa. Así que la gente comenzó a turistear. "Miiiiiraaaaa, la gente en Meeelbuuuur". Es Melbourne pendeja, y córrele con una chingada que no es museo. Pa'chingarla de acabar, ponen puestos de abastecimiento a la salida. Si en el súper se avorazan con las salchichas cocteleras, acá con el geitorei parecían mendigos.
Por ahí del km4 comencé a agarrar ritmo. Iba poca madre, a 4:50 el kilómetro. Pero por ahí del km6 me rebasó Pentatleta. Y ¿cómo iba yo a permitir eso? Le intenté seguir el paso, y lo u.n.i.c.o. que obtuve fue un dolor de caballo digno del octavo infierno. A huevo tuve que bajarle. Por ahí del km8 me recuperé, y apreté. Pero ya era demasiado tarde para bajar de 50 mins. Quedó en 52:35, casi seis menos que con 10 kilos más. Not bad baby, not bad.
Antes de eso vino un punto clave: el ritual de la llegada. En aquel 2006 fue simple, con las manos agradeciendo al cielo. En la de MVS de este año, apliqué la del "Fantasma" Figueroa. Ahora tenía pensada una mafufada mayor, con aditamentos y todo. Pero con tal aperre fue imposible. Así que, en honor a aquellos tiempos de cotorreo futbolero con mis primos, apliqué el festejo de Octavio Mora, identificable nada más para los muy muy MUY clavados del Cruz Azul (al centro, moviendo el torso de short negro).
A la mera hora pareció más "Cangrejito Playero". Pero ni ps ni pedo...
Tras la meta me encontré a Pentatleta.
Pentatleta: ¿Qué te pasóoo? Ibas muy bien, te quemaste...
CHII: Je, je, je... grrrrr (sí... me quemé, pero el estómago por ardido.) Sí, sí... me quemé...
Juanito voló en grande, con un 47:diecitantos. Y aplicó la entrada titulada "De reversa mami" (se ve a leguas):
HMI cumplió el pronóstico. Llegó a la meta... ujum, cof cof... (grillos cantando) ujum, cof... perdón, ¡acaba de llegar! Su foto fue tomada hace 15 minutos, jaja. Y aunque olvidó eso de que la dignidad está debajo de los 60 minutos, el estilo no lo perdió (aparece a la izquierda, con short azul-keniano):
(Noten la rodillera y el jadeo) No es cierto, ya fuera de broma, no cualquier se avienta el tiro (Comentario con copia para RSA, Inphi, Veco y demás mamadores).
Moraleja: Nike la vende muy bonita, pero la organiza fatal. Entrar a una carrera de Nike: $240. Barra de proteína post carrera: $40. Pendejearte al Acapulquito a más no poder: no tiene pinche precio.
Para el Dueño de la Fábrica, Migogo, Mareada, Inphi, el Tío Luis y la Tía Isabel, que apoyaron de distintas formas esta bonita experiencia.
10 comments:
La neta no cualquiera, así que pa´hacerla de emoción, correr por Reforma y tirar rostro ta´perfecto. Un año más gracias a tremendo trancazo me quede con las ganas!!! Vamos por la nocturna...
Encontrarte fue como encontrar a Wally, y no recordé el festejo de Mora. Se me antoja cuando la gente como tú se prepara y la disfruta, pero las fotos de la llegada, en especial la última parecen la salida del metro Hidalgo a las 7 de la noche. Ahí ya no me gustó me inscribiría en carreras menos populosas ya estoy ruco.
Por la posición y el ángulo en que aparece Hadi, se me hace que es de los que se clavó a la carrera faltando 500 metros e hizo como que corrió los 10K. La foto es clara.
No puedo creer el nivel de racismo que manejaste con el acapulquito, ni la forma de congratularte de que los fresas hayan tomado Reforma. Parece que si hay algo peor que una masa de borregos x, es una masa de niños bien.
I'm so disappointed.
Aplausos al verdadero acapulco!
Inphi no mames si corri y como Keniano en retiro pero volvere y bajare la pesima marca personal de 67 min x 10k...te soy honesto lo ultimos 1500m si fueron hechos a velocidad maxima por eso la expresion de dolor.
El AK pulquito es una Wuanabi Mamador...lo puede odiar.
Y en relacion a lo dicho por jose antonio...estoy completamente de acuerdo voy por las menos polulares.
HMI
de reversa mami en la nocturna?
se escuchó como albur... ni pex
Creo que ya encontre a Wally en la 3ra foto.
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