Sunday, December 31, 2006

One last time (in 2006)

Odio esa maldita canción que dice "Yo no olvido al Año Viejo". Se me hace chafísima y mediocre. O sea, ¿quién agradece que le hayan dejado una chiva, una burra negra y/o una yegua blanca? Por favor. Digo, la buena suegra... dos tres, pero aún así.
Sin embargo, el mensaje no es malo. ¿Por qué olvidar casi casi de manera obligatoria al Año Viejo? No está mal alegrarse por la llegada de otro año, pero si el saliente estuvo chido, no hay porqué relacionarlo necesariamente con lo olvidable.

A ocho horas de que acabe el 2006, plantado frente a la computadora de mi trabajo, desesperanzado por una orden el 1 de enero a las 7:00 hrs. en el Aeropuerto y con un simulacro de gripa que no deja de fastidiarme, el panorama a cortito-plazo no es tan alentador. Aún así, no quería pasar la oportunidad de dedicarle las últimas líneas del año a U.N.I.C.O. y a toda sus lectores que tan alegremente han retroalimentado este espacio.

Sin temor a equivocarme, puedo decir que este blog me ha ayudado a ayudarme. Una especie de liberación del Departamento General de Asuntos sin Importancia que hay en mi cabezota. Y a pesar de que muchas veces me pasó de paisano, siempre ha habido uno u otro comment que me bienrecibe.

Gracias a todos sin excepción y deseo de corazón que el 2007 les sea favorable en todos sentidos. No sé si ya la he puesto anteriormente por aquí, pero si es así. Espero que no, pero si es así, les dejo otra vez (no hace daño) esta frase que ví en el sitio del gran Feben, y que he apropiado como mantra laboral. Espero que les sirva.

"Go confidently in the direction of your dreams. Live the life you have imagined. You'll meet with success unexpected in common hours"

Henry David Thoreau


Para todos.

Thursday, December 28, 2006

Unas por otras

A medio noviembre me regocijé con la compra del momento: boletos de los Killers justo el día que salieron a la venta. Al mismo tiempo, Inphi se retorcía porque en teoría iría al Mundial de Clubes a ver el ridículo del América y se perdería tan esperado recital. Sin embargo, por ahí de fin de mes se dieron dos noticias casi simultáneas. Inphi se quedó con las ganas de ver la goleada del Barsa por razones cómico-administrativas y la Conmebol anunció olímpicamente que la Final de la Copa Sudamericana, misma que acudiría a cubrir, se celebraría, ¿por qué no? (taraaaaaaaán)... ¡el 13 de diciembre!

Hoy a la distancia no me quejo ni tanto. El Tuzo es gigante, enorme, sublime y disfruté ese partido como pocos, pero debo aceptar que el hecho de que el concierto de los Killers fuera el... ejem... 13 de diciembre, hizo que mis tripas se tornaran color verde guácara de antro. ¿Cuántas veces en la pinche vida se pueden conjugar dos eventos tan majestuosos y, por ende, que uno no se pueda partir a la mitá?

Obviamente a uno sólo le queda chingarse, o mejor dicho, chingarse y encontrar una buena justificación de vida que no nos amargue el caldo. Y después de horas y horas de avión llegué a una espectacular conclusión: no se puede todo en la vida.

Sé perfectamente que dicho enunciado es producto de una técnica milenaria del ser humano. Eso que el tío Portnoy llama "el bello arte de predecir el pasado". No se puede todo en la vida. No pues sí. Y el "unas por otras" es la frase hija de la anterior. O sea, como no se puede todo en la vida, "unas por otras". Aaaah ya. Y ya para redondear esta sabiduría más cabrona que la mayéutica, después viene un... "así es esto". Y olé.

Ya en serio. Últimamente he caído en la cuenta, mediante un gran intento de madurez, que la pinche vida es muy chingona si logras disfrutar lo que tienes sin lamentarte por lo que no puedes tener (como el triunfo del Tuzo por los Killers). Es cierto que a veces la vida no es tan justa y que muchas veces sales perdiendo. Que en ocasiones duele que te quiten lo que ya tienes y que te entreguen lo siguiente después de mucho tiempo. Ése es el caso en el que uno no controla la situación. Más cabrón todavía es cuando uno opta por botar algo para correr cierto riesgo. Ahí suele ser cuando sale el payaso y te carga sin piedá.

Unas por otras. La libertad de vivir solo vs. la comodidad de ser un arrimado. La chinga que implica trabajar para tener dinero vs. la huevita rica sin un peso en la bolsa. Vender periódicos a costa de un chisme vs. ganarte la credibilidad día a día (sin chismes). Muy a la Fahrenheit 451, la pesadumbre del pensamiento vs. el comfort del que corretea. La seguridad de lo cotidiano (que a veces harta) vs. la inestabilidad de lo efímero (que a veces sorprende). To think or not to think.

Unas por otras, no se puede todo en la vida. Y como no se puede todo, yo tomé una decisión. Dije adiós al Pingüi, mi primer coche adquirido desde mi bolsillo, para darle paso al Avispón, que ya de entrada me dio buena suerte. El Pingüi se fue, pero no se fue. Gracias por todos los recuerdos.

Para Rolando del Bosque y su señor padre, orgullosos vendedores de tan digno vehículo.

Tuesday, December 19, 2006

La Vida en Vivo

No me puedo quejar del 2006. Puedo decir, sin temor a equivocarme, que el saldo que arroja es positivo en todos los aspectos de mi vida: laboral, intelectual e interhumano. En particular, hubo un rubro destacadísimo en el que me apliqué con todas las de la ley para terminar como el rey de la experiencia y la diversidad.

Los conciertos en México durante el 2006 estuvieron deluxe. Sólo faltó que viniera Denise de Kalafe y ya con eso estaríamos hablando del año perfecto. Por problemas logísticos, me ausenté a algunos a los que me hubiera encantado asistir. No le ví el bote a Shakira por lana y chamba, con los Stones me puse trucha muy tarde, y a Depeche no lo tengo tan presente como para invertirles billete. Pero con decirles que hasta Arjona ví (sí, ya sé, pero me vale madres), les compruebo mi alto grado de intensidad recital.

Tras mi humilde experiencia, quiero compartir con ustedes mi Top5 Conciertos del Año, con la firme advertencia de la plena subjetividad del rankeo y con la enorme disposición de leer ovaciones y mentadas tanto de esos como de otros no mencionados.

5.
Oasis (31 de Marzo, Palacio de los Deportes)
Recuerdo que el concierto del 98, el del Be Here Now, fue mi primer gran lamento en el ramo. Ya me rayaba Oasis y por burro ni levanté la mano para ir. Pero éste del Don't Believe the Truth fue sencillamente volcánico. El repentino alto de Noel en la entrada de The importance of being idle es el sello de los Gallagher, y la anécdota perfecta para resumir su espontaneidad. Cerrar con Don't look back in anger les da un A+. Al final el sonido local pone la versión álbum de Let there be love, todos se quejan porque no la escucharon en vivo, pero a la vez se van coreándola y felices por el show. Y pensar que estuve a nada de no entrar porque los Pumas cesaron a Miguel España. Debo reconocer que la 'Beni' pagó mi segundo boleto.

4.
U2 (15 de Febrero, Estadio Azteca)
Sí, U2 en cuarto, pero no es poca cosa. Es el concierto en que más adrenalina sentí. Cuando el Fantastic Four caminaba por el pasillito al escenario, brinqué como adolescente viendo a Panda (sí, también estuve ahí y qué pedo). City of Blinding Lights ha sido, muy probablemente, la canción más gritada por mí en un concierto. Afónico desde la rola 1. Recuerdo Elevation, Where the Streets, The Fly, One y With or Without you. Vibrante de principio a fin por la carga emocional de la larga ausencia del grupo. Y eso que la neta The Edge la cagó un par de veces. ¿A quién le importa? Son U2 y la entrega fue total.

3.
Dream Theater (3 de Marzo, Auditorio Nacional)
Seguro en México hubo más gente interesada en el Tecos-Morelia que en el concierto de Dream, pero mira que les valió 3 toneladas de madre. Qué-pinche-concierto. En la gira pasada, James LaBrie me falló en ciertas notas altísimas, pero ahora yo no sé qué se fumó porque estuvo majestuoso. Dream es el grupo de lo magnífico, de lo pulcro, de lo sublime. Y una caricatura con ellos de protagonistas fue el sutil toque de lo simbólico. Trapped inside this Oc-ta-va-ri-uuuuuuum.

2.
The Strokes (1 de Septiembre, Palacio de los Deportes)
Compré el boleto dos días antes, hasta arriba, no me sabía ninguna del nuevo disco, y tenía severas dudas sobre el talento de The Strokes. Y aún así, me prendí como idiota. Es un poco complicado de explicar, porque estos tipos no hablan ni se exaltan. Sólo tocan, pero de qué manera. El encanto radica en que tienen un feeling muy cabrón y mucho poderío en su sonido. Inphi y yo brincando en la escalera es una escena que difícilmente se repetirá, y sólo los Strokes pudieron atestiguarla gracias a Last Nite y Reptilia. Todo lo anterior, a pesar de los nacos de Porter que abrieron el concierto. ¿Quién le dijo al cono de McDonald's que servía para la música?

1. Franz Ferdinand (12 de Septiembre, Auditorio Nacional)
Es difícil que un concierto llene unas expectativas taaan altas, pero sabía que lo lograrían desde que abrieron con This Boy. Son rítmicos, tienen gracia, bailan poca madre y tocan como ninguno. Alex Kapranos es un genio, y ese numerito de las presentaciones mutuas me puede matar (chéquenlo en YouTube con un video de The Fallen). Yo no sé a quién se le ocurrió poner a cuatro teotihuacanos con penachotes en el escenario para cerrar con This Fire, pero le debo un abrazo. Una imagen para siempre: el estallido en luz roja después del "And I know, now I know, now I know, I know that it's you... YOU'RE LUCKY LUCKY, YOU'RE SO LUCKY!!!. Nunca había visto tanta gente bailando (bailando como tal) al mismo tiempo. Memorable.

* El concierto que no fue.- Ya lo explicaré a detalle en el siguiente post. Basta con decir que tenía boletos para The Killers desde el primer instante, pero la histórica final de la Sudamericana se celebró justo ese día. A pesar de tremenda jugarreta del destino, no lo lamento en lo más mínimo. Ya lo explicaré. Unas por otras.


Para todos mis comparsas en los conciertos mencionados y no mencionados. Sin ustedes no hubiera sido lo mismo (snif snif).

Friday, December 15, 2006

El Chile Nacional

Últimamente no ando fino con los prestadores de servicios públicos. Y contrario a lo que normalmente se dice, no es mi culpa (no faltará el que diga, ‘pues qué hicisteeeee’, con tonito de tía regañona).

El sábado pasado, préstabame yo a echar el Calcio, como dice mi carnal, cuando salgo de la casa de HMI y oh sorpresa, el Pingüi había sido secuestrado. La primera, la más obvia, se lo chingaron. Utamadre. ¿Yora? Polanco, a las 10 de la mañana, malcomidos y sin coche. Sin embargo, no tardó mi gran cuaderno en apuntar que últimamente las gruas andan filosísimas en Polanco. No es de extrañarse que si en la Miguel Hidalgo ya quieren quitar el agua, ahora también quieran quitar los coches, ¿por qué no? Y curiosamente en ese mediocrísimo ejercicio de reduccionismo social (pus si los ricos tienen y no votaron por mí, pus me los chingo), las grúas han apretado su dignísima labor. ¿A poco creen que hay igual número de grúas en delegaciones no panistas?). Cierto es que estaba estacionado a unos metros de un letrero de NoE. Sin embargo, ese mismo lugar ha sido utilizado durante años por HMI & family, lo que lo convierte en un ejercicio de derecho consuetudinario (costumbre hecha ley). Y no sólo por él, sino por todo Polanco. En fin.

El caso es que comienza la búsqueda, y debo anotar que me sorprendí a mí mismo por el pinche temple con el que resolví la encrucijada. Digo, me tardé un poquitín y obvio no jugué futbol, pero no me encabroné tanto y eso ya es ganancia. En la fila para recuperar al Pingüi, una señora se encargó de sacar de quicio al poli que le cobraba. Una joya la viejita. “¿Y qué, al menos lo lavaron?”. “¿Cuánto es? ¿500? Ahí van… 1, 2, 3 (y hace como que da el tercer billete de 100), 4, 5. Ya. ¿Qué? ¡Ya está!” No señora, falta. “No no no, yo ya le dí”. Y así más o menos como por 15 minutos. Cuando se retiró se llevó el aplauso del respetable, yo besé al Pingüi y siguió la vida.

Cuatro días después, yo en Santiago de Chile. Ciudad bonita. No es Buenos Aires, pero tampoco es Lima. Bonita a secas y la gente amable. O amable, hasta que les hablabas de Colo Colo. Cada pinche taxista tenía que hacer la misma pregunta. “Ya, ¿y quién gana?”. Yo bien pinche mexicano, “no pues va a ganar el Pachuca”. Olvídense, “nooooo, pero si Colo Colo y Matías Fernández y la mamá de los jitomatitos y Pinochet al cuadrado”. Aprendí a guardarme mi sinceridad hasta que un taxista al que le dije “Pachuca seguro” nos fue a dejar un poquito lejos. Hagan de cuenta que nos dejó en el Ángel y nosotros íbamos a la Roma. No está lejos, pero a ver, camínale. Pinche taxista de mierda. Y ahí vamos, mi fotógrafo Paquito Vega y yo caminando en la llanura hasta que un desconocido nos abre la puerta de su coche. ¿Mexicanos verdad? Oquela, qué, ¿traemos el himno tatuado en las nalgas o qué? ¿nada más porque traigo la playera del Rambo Sosa y cargo mi ropa en una caja de Ariel? Ni aguantan nada.

Pues que nos subimos y resulta ser Alberto Quintano, un jugador de Cruz Azul en los 70 del que mi papá decía la típica “ése sí era defensa”. La libramos, apenitas pero la libramos.

No hay mucho qué decir del partido, pues Pachuca lo dijo todo en la cancha. Por lo menos con aquel taxista, los Tuzos cobraron venganza por mí. Nunca había visto un estadio tan eufórico, tan entregado, tan triunfalista, tan poco conciente del rival, y a la postre, tan chilletas.

Ni modo, qué increíble es que por allá, al Colo Colo le tocó probar el chile nacional.


Para Matías Fernández. Una pregunta más sobre el mentado Matías y yo mataba periodistas chilenos.

Sunday, December 10, 2006

Dos cositas

Una: Hay veces que podemos alcanzar altos grados de brillantez sin darnos cuenta. Les sugiero (suplico) que lean los comments de "¿De qué lado bloggea la iguana?" para que noten las hondas razones y complejas definiciones que hay acerca de los blogs y su existencia. Les suplico (sugiero) que se animen a engrosar esa lista con sus respectivas perspectivas, que al menos a mí me parecen misteriosísimas.
Dos: Una vez más, U.N.I.C.O. toma un receso. Esta vez no tan largo (sólo de cuatro días), y ahora es por razones estrictamente laborales. Si puedo (no prometo nada) les escribo. Hágalo o no, les encargo la ciudad, no dejen que el rufián de Flavio Sosa salga libre (por el amor de Dios) y si les quitan el agua, háganle caso a la Cuevas.

Back soon.

Friday, December 08, 2006

¿De qué lado bloggea la iguana?

¿Por qué la gente abriría un blog?

Creo que de entrada habría que remitirnos a la pregunta, ¿qué coños pasa con Internet que sigue siendo tan cool? Han pasado 10 años o más desde la aparición del medio y no nos deja de parecer futurista, innovador. De ahí que sigamos metiéndonos a Internet con singular alegría, incluso cuando no tenemos ni madres qué hacer. Y luego pónganle que blogspot (o el que quieran) hace que crear una página sea tan fácil como amarrarte las agujetas, pues violá.

Una vez lleno el requisito físico-técnico, viene la esencia de la razón por la que abrimos un blog: somos seres humanos y requerimos atención. De repente descubrimos que el mundo entero puede leer lo que pensamos de la vida, y eso nos vuelve locos. Y en esto cuento también a quien no tiene ni puta idea de cómo escribir, o siquiera escribir sin faltas de ortografía.

Pero olvidemos esas sutilezas. Por unos segundos, alguien (quien sea) se toma la molestia de leerte, y mejor aún, hay quien te regala unos segundos más de su tiempo para dejar un mensaje o comentario (hay quien se muere por hacerlo, pero no se anima… ya lo hará). ¿Cómo describir la sensación del bloggero cuando ve por primera vez la leyenda “1 comment”? (después de 10 refresh seguiditos). Aceptémoslo, es placentero. Y luego, con constancia y algo de ingenio, los comments crecen en número y volumen. Olvídate.

Pero volviendo a la primera pregunta, ¿por qué la gente abriría un blog? ¿Realmente es tan importante lo que tenemos que decir al mundo? (Obvio sí, éste es sólo un discurso, jaja). ¿Por qué alguien como WJ Porter y el maestro Feben, tan, ejem, postmodernos personajes mexicanos (discúlpenme), se tomaron la molestia de convocar a una reunión de verdaderos bloggeros, esos a los que no les interesa el número de comments? ¿No les interesa? De verdad, me hubiera rayado ir y escuchar lo que tienen que decir outloud un grupo de bloggers, porque siendo sincero, ando bloggeando un poco sin tener claro porqué lo hago.

Yo lo hice básicamente por una razón: un día quise escribir algo que no fuera una crónica del Pachuca y no pude, lo cual me frustró demasiado. Es decir, ¿escribiendo diario, comiendo y viviendo de la palabra, y sin poder expresar por escrito lo que pienso en realidad? Así me agarré las rodillas, abrí el blog y el resto es historia. Hoy puedo decir que ya me solté y que U.N.I.C.O. logró su cometido, pero es un hecho que hay más razones de fondo: las de los demás.

Así que ven y quítate la máscara, chéncheche, cuéntaselo al Chanfle y debatamos todos. Lo peor que puede pasar es que todos nos encueremos en frente de todos. ¿Y? Si ya nos leímos, da lo mismo.

Para Salvador Leal, ese mítico personaje del que tantas referencias he escuchado y con el que me gustaría conversar algún día.

Tuesday, December 05, 2006

Nainoutuguanou

La llegada de Sony Entertainment Television marcó un antes y después de la tele en México. A partir de su aparición a mediados de los 90, series como Friends y Seinfeld comenzaron a tomar relevancia en las conversaciones de sobremesa, para luego destapar un boom de fanatismo exacerbado y provocar que, con el tiempo, la tele abierta comprara esas series y las transmitiera dobladas al español (es horrible, por cierto).

Sin embargo, una de las series que primero vimos en tele abierta y que no necesitó de Sony para incrustrarse en las mentecitas de pubers y no tan pubers fue la gloriosísima (pónganse de pie) Beverly Hillos nainoutuguanou. Curiosamente es a partir de los replays matutinos en Sony que me la he soplado de principio a fin nuevamente y he podido apreciar su espectacular decadencia.

BH pegó y pegó duro, sobre todo en los hombres. Los Dylans y Brandons en los salones de clase aparecieron como hormigas cuando cae un pan. Todo el mundo quería bailar como David Silver, y todos, todos sin excepción, delirábamos con Kelly y/o Brenda. A huevo. Era de esos programas que designaban apodos dignos y vergonzosos. A quien le tocara Steve Sanders era el cagadito y Donna era la fea pero buenota (la hija del productor, hay que recordar).

No sé en EU, pero en México, BH pegó porque representaba el ideal de un grupo de amigos guapitos y guapitas con interconexiones amorosas, pero fresonas (al principio. Luego medio se desataron, aunque jamás al grado de Melrose Place, eso fue como una orgía soft porn). Luego hubo temas dos tres moralistas, pero medio bien tratados, como cuando Brenda rescata un perro y por eso la encarcelan. O, ¿quién no recuerda el Donna Martin se gradúa?

Lo mejor vino cuando la serie se volvió más real. Kelly le bajó el novio a su mejor amiga y eso es muy real. Y hablando de realismos, Dylan era el máximo exponente. Un guey padrotón, pedote, ligador y con harto billete (lo menos real era que Luke Perry tenía como 40 años, pero bueno, lo compensaba). Luego le bajan su lana y se tira a las drogas. También sucede. La subtrama en la que la recupera está aventurera y la integración del bombón de Tiffany Amber-Thiesen también está chida porque es una zorra y, dicen por ahí, las zorras existen.

En algún momento desapareció Luke Perry y todo empezó a valer madres. Rellenaron con mil actores y actrices pero el decaimiento fue inevitable. Comenzaron a aparecer grupos "medio famosos" en vivo, y eso es un signo inequívoco de necesidad de primeros auxilios en una serie.

Hacia el final fue peor. Los guionistas, en sus últimos intentos por levantar el rating, hacía que BH pareciera más bien Duro y Directo. Pasaba algo gruesísimo en cada programa. Una vez secuestraron a Donna y a la otra semana mataron a un personaje secundario, con secuencias catastróficas en el momento, pero al otro capítulo como si nada en el Peach Pit.

Fueron, me parece, 10 temporadas de Beverly Hills. Y a pesar de la evidente decadencia de las últimas, ahí me tienen como burro en Sony viéndolas por las mañanas. Caray, la Amber-Thiessen, Jennie Garth y la maestre Kathleen Robertson son un excelente motivo para empezar bien el día. Lo único que me preocupa es que ya están en las últimas y van a volver a comenzar. Creo que me volveré a peinar como Brandon Walsh.


Para el maestro Aaron Spelling, la mente brillante de la que salió. Gracias viejo, cuepedé.

Saturday, December 02, 2006

La Pseudo Navidad

Los que me conocen lo saben perfecto, y los que no, lo pueden inferir: la Navidad y yo no somos uno mismo.

Pero antes de que el Club de Defensores de las Navidades Felices me empiece a lanzar nueces sin pelar directo a las sienes, quiero aclarar qué es lo que realmente detesto de esta etapa del año. No es propiamente la cena de Nochebuena o la comida navideña, donde la convivencia familiar suele darse a todas margaritas. Lo que me caga en realidad es eso que he decidido nombrar la Pseudo Navidad.

Definirla es un tanto difícil, porque no es un hecho concreto ni un evento particular. La Pseudo Navidad está constituida por todas esas hipocresías decembrinas que la sociedad ha determinado como la verdadera celebración que esperan chicos y grandes durante todo el año para gastar su dinero a lo idiota y sonreírle hasta al vendedor ambulante que jamás habías volteado a ver.

De entrada, ya ni decembrino es el asunto. Por ahí del 6 de noviembre pasado acudí con mi carnal a Perisur para hacer una compra idiota (así como hay discusión idiota y apuesta idiota, también hay compra idiota). Mis cinco sentidos ya lo habían percibido, no así mi consciencia. En el patio central había un estúpidamente enorme árbol navideño con todo y duendecillos echando desmadre y un Santa Claus listo para curársela un año más. ¡Carajo! ¡6 de noviembre! Apenas había pasado el pinche Jalogüín, ¿y ya estaban con Navidad? Digo, yo sé que los adornos los comprar en paquete desde China y hay que aprovecharlos, pero me cae que ya no hay piedad.

Luego, aproximadamente desde esas mismas fechas, comienza en mi casa la angustia más grande de todo el año: los regalos navideños. Bueno, ni en mis cumpleaños, ni en mi graduación, y yo creo que ni en mi boda mi mamá y mi abuela pondrán tanto empeño y concentración para pensar qué regalarme como lo hacen con la peinadora y la de las uñas cada año en Navidad. Bueno, es que es un drama. Ese par de honorables damas son expertas, qué digo expertas, especialistas en el ramo de las compras idiotas. Muñequitos de porcelana, pañoletas mamonas de seda española, crucifijos pintados por artesanos de Teojolopingo el Chico, velas aromáticas, etc. Cualquier cantidad de regalos de ese tipo son escogidos por mis antepasadas para satisfacer su ímpetu navideño. “Pero lo que cuenta es el detallito”. Sí cómo no. Y ahí tienen a la peinadora dando su mejor sonrisa ante el enésimo chalcito que le regala mi abuela. La escena es sublime… cada año.

Ese ritual de los regalos, que estoy seguro se repite en un sinfín de hogares mexicanos, me parece de lo más falso en este pérfido universo. El cantadito del “¡que lo abra, que lo abra!”, seguido del “¡que se lo ponga!”, cerrando con el “¡que lo preste!”, me puede hervir las tripas en ácido sulfúrico. Digo, cada quien su vida y si hay quien lo disfruta, pues adelante. Pero sinceramente no me veo incluido en tal jelengue, digno de capítulo navideño de Beverly Hills 90210.

Ahora, para que todo lo anterior tenga un magno escenario, la gente suele adornar sus hogares con atuendos navideños. Perfecto. Hay a quien se le pasa la mano y decide imitar a Chevy Chase, confundiendo el árbol con su mismísima fachada. Sin embargo, hay algo peor y sucede en mi casa: la navidad a medias (u otra faceta de la Pseudo Navidad). Es decir, como en mi casa el chiste es pretender que nos gusta la Navidad (aunque en realidad a todos nos vale reverendas madres), medio la intentan adornar. Entonces, salvo la Nochebuena que nos regaló la tía Moni hace dos semanas, todos los demás adornos son patéticos para abajo. El último es una especie de gnomo vestido de blanco, que más bien parece chamán de pueblo con campanitas. Se une al Santa dulcero con tres caramelos de la Navidad del 91, a los bastones acostados que ya no se sostienen solos, y al letrero de Feliz Navidad todo madreado que afortunadamente todavía no han colocado a la fecha.

Como podrán comprender, soy reGrinch. Sí ¿y qué? Lo que me preocupa es que últimamente estamos perdiendo a importantes integrantes del gremio anti-Navidad y es difícil percibir las entradas de nuevos. Mientras, me quedaré con la Pseudo Navidad y sus inevitables repercusiones. Como no regalo nada, nadie me regala nada. Como si eso fuera lo importante. Feliz Navidad a todos. ¡Pero estamos a 2! ¿Importa?
Para Jim Carrey, quien personificó al Grinch. Si de por sí ya me caía bien.