La espera bianual acabó ayer.
Hace unas semanas conté la historia del nacimiento de mi gusto por Dream Theater, justo cuando compré mis boletucos para el concierto. Y hoy, sabiendo de antemano que las crónicas y relatos del recital hablarán de los lugares comunes más comunes referentes a la banda (léase "virtuosos", "hicieron 'soñar' a la gente", "los riffs de Petrucci", "la rola más coreada de la noche fue 'bla'"), acá expongo my very own reseña (jaja, quióbole batooo), en espera de que sea un verdadero referente para los 2, 10 o 2500 fans que fueron o no fueron al concierto:
Hace dos años, en la gira de Octavarium, en la que celebraban su vigésimo aniversario como grupo, Dream Theater mostró un show más versátil, expansivo en términos multimedia. Dejaron de ser una banda de rock progresivo con excelencia técnica y luces bien aplicadas para convertirse en un espectáculo total, una vivencia por sí misma, aportando elementos como una animación con ellos en caricatura e ilustraciones de toda su trayectoria proyectadas en las pantallas.
Esta vez lo hicieron de nuevo. Ayer Dream rompió una tradición de abrir sus conciertos con la primera del disco que promoción. Pero mira que no bajaron el standard: su intro del concierto fue, nada más y nada menos, Así Habló Zaratustra de Richard Strauss, la canción con la que concluye 2001: Odisea del Espacio, la obra maestra de Stanley Kubrick (al mismo tiempo proyectaron una hormiga –el sello del Systematic Chaos- simulando el feto de la escena final que musicaliza con la rola mencionada). Un gustito que no cualquier se puede dar.
Ya en su repertorio, se jalaron con Constant Motion que no es de mi particular agrado. Pero siguieron con Strange Deja Vu que prende porque porque prende, luego Blind Faith que es de mi personal best, y luego metieron Surrounded. Y aquí demostraron por qué Dream es una leyenda andante. Un inicio suculento con lentitud debraiante, la integración de la voz de LaBrie, suavecita, cambios de ritmo alucinantes, solos de Petrucci dignos del orgasmo, la explosión de la voz de LaBrie, estridente, un duelo entre Rudess y Petrucci, con el teclado-guitarra del primero en forma de aleta de tiburón, y la expiración de la canción con suculenta delicadeza. Caray, Surrounded, la mejor canción de la noche.
En el aspecto del video, el número más fascinante de la noche fue Dark Eternal Night, una canción en la que hablan de una lucha contra seres fantásticos y monstruosos. En un documental para el disco Systematic Chaos, cuya gira de Norteamérica comenzaron en México precisamente, el líder y baterista Mike Portnoy hablaba de las dificultades que atravesaba Dream Theater para componer música y letras agresivas al ser ya todos padres de familia con lunches que hacer y esposas que atender. Por ello, para grabar el disco con toda la intensidad necesaria tuvieron que encerrarse dos meses y sólo hablar esporádicamente con sus familias.
Bien valió la pena. En una nueva animación para Dark Eternal Night, proyectaron una especie de juego de video en el que los cinco elementos batallan contra un gran lobo, al que vencen junto sus poderes que emanan de sus instrumentos musicales. Bien podría ser un éxito como juego de video. Un momento cómico y alucinante, tomando en cuenta que como soundtrack de la caricatura estaban… ¡tocando en vivo!
Ver a cada uno de los integrantes de Dream es un deleite por sí mismo. Pero nos deberían de cobrar extra por observar exclusivamente a Portnoy. Es un animal. Tira baquetas al por mayor, voltea a ver a la cámara que está a sus espaldas y sigue sus movimientos, se quita un moco con una baqueta, hace muecas, escupe Lupe, se pone la camiseta del Tri, y al mismo tiempo comanda el ritmo de sus cuatro secuaces. Portnoy: caótico con sentido, lunático consentido. A mi parecer, el músico de nuestra época.
De las 5 veces que los he visto, este ha sido mi setlist favorito. Me remitió a mi época post prepa en la que viajábamos a la casa de Nabil en Cuerna coreando estas canciones. Vinieron Take the Time, Voices, Erotomania (bueno, esa no se corea porque es instrumental). Y de las nuevas, Forsaken se lleva las palmas con todo y el video de la vampiresa que se roba al Portnoy caricatura.
Entre mis cuates, el popurrí final dejó qué desear (Trial of Tears-One last Time-In the Name of God-Learning to Live-Octavarium). La verdad es que el repertorio de Dream es tan gustado y tan amplio, que es imposible complacer al 100 a todos los que colmaron el Auditorio. Pero eso sí, dudo que alguien haya salido insatisfecho. Dream Theater repitió la dosis: atendió al séquito de fans que los venera sin reserva. Pero es tan buena la carga emocional, que rinde para aguantar cada dos años. Y hoy, lamentablemente, comienza una nueva espera.
Una vez más para el Zabatash, que me presentó una de las manías más importantes de mi vida. Mil pinches gracias.