Wednesday, April 11, 2007

Mas fuerte que el olvido

No soy bueno para las despedidas. Cuando suelo despedirme de alguien, significa que la estoy pasando bien con él(lla). De lo contrario no es despedida, sino un simple recurso tribunero. Por ello, las despedidas deadeveras, de ésas que duelen, no están hechas para mí.

Hoy acudí a la misa de Huguito y atestigüé cómo una madre despedía a su hijo forrada en lágrimas pero también enmicada por una fortaleza admirable. Ví también a Juanito Meneses despedir a su amigo como nadie lo hubiera podido hacer, construyendo un discurso que le salió del alma y que sedujo lágrimas de mis ojos para que salieran a pasear. Al resto de la audiencia también le pareció conmovedor.

Antes, durante el sermón, el padre hiló una serie de ideas que en verdad me hicieron meditar: el agua es más fuerte que el viento porque lo apaga, el viento es más fuerte que el agua porque detiene corrientes, el hombre es más fuerte que el viento porque se le impone, el dolor es más fuerte que el hombre porque lo abate, y el olvido es más fuerte que el dolor porque no hace más que llevárselo.

Palabras más, palabras menos, eso dijo el cura, quien advirtió que hasta ahí llegaba el hinduísmo. Luego luego añadió: los católicos sabemos, además, que el amor es más fuerte que el olvido, porque es lo que hace permanecer a las personas que se nos han ido.

Ah cabrón. Suelo ser un incrédulo de los discursos, pero éste sí me agarró. Y no por ser precisamente un devoto católico, sino más bien porque estoy firmemente de acuerdo. No hay nada que nos permita recordar mejor a los que se han ido (no necesariamente al cielo), que amarlos. Tener presente lo que nos hizo vibrar de ellos, lo que nos cautivó y nos atrapó, al grado de poder llorarles.

En ese amor también va inherente un permiso para desprendernos. Es requisito obligatorio para el amor. El que dice que ama y se aferra, sólo se ama a sí mismo. Aquí entra el reminder de que soy malo pa'las despedidas. Malo al principio, porque de que chillo, chillo. Sin embargo, creo que he logrado desprenderme lo necesario de quienes se han ido como para seguirlos recordando con sus gotas de amor correspondientes.

Ando melancólico y qué. Sólo así me podré desprender de esta necesidad de inyectar un poquito de solemnidad a u.n.i.c.o. para luego regresar a lo mío, lo mío, que es el sarcasmo. El sarcasmo y el "cariñito"... aunque algunos crean lo contrario.

Para los padres de Huguito. Gracias por enseñarme a decir punto y aparte.

5 comments:

Anonymous said...

Lo que debú decirte sobre el amor entre hermanos, te lo dije el otro día. Hoy sólo leo.

In phidelio said...

Melancolía y más melancolía.

Lo tuyo es el sarcasmo, cierto, pero ese lado nostálgico yo al menos jamás lo puedo definir. Es una onda que no precisamente es tristona.

humantree said...

Estuve de viaje y tenía varias semanas sin venir, pero hoy me actualicé y te puedo decir que tu tono solemne es tan bueno o mejor que el sarcástico, quizá porque tiene raíces más profundas; que has hecho reir a más gente en momentos tristes de la que te imaginas, y que te mando un fuerte abrazo. Gracias por compartir.

Gabriela Carajo said...

Creo que lo mejor que puedes hacer cuando despides a alguien para siempre, es quedarte con lo mejor de esa persona.
Estoy de acuerdo, el amor es más fuerte que el olvido. Lo vivo a diario. Eso es lo padre de sentir.

Unknown said...

Así es mi querido hijo...
Es importante la nortalgia, tener nostalgia de cosas que todavía no han pasado, y jamás olvidar a quienes en algún momento nos hicieron sentir, eso es en gran parte la diferencia entre estar vivos y muertos.
Existimos porque alguien piensa en nosotros y no al revés...decían las Princesas...
Cuátas veces empezamos a extrañar a alguien que sigue aquí...verdad?
Jamás hay que olvidar...
El olvido es dejar de existir...
Juanito y los Padres de Huguito tendrán mil tarde malas que pasar, pero al final del día, recordarán lo vivido y agradecerán haber podido compartir su vida con un ser maravilloso, de esos que dejan mucho y hacen sentir, de esos que jamás se pueden olvidar porque merecen ser recordados.