Ya sé que en el pasado enarbolé la labor que en estos días me toca desempeñar, pero tras ver hoy por televisión el México-Irán, debo aceptar que sentí feo. Bueno, va, sentí envidia. Pero de la buena, diría mi abuela.
Creo que nunca había sentido taaantas ganas de estar en un partido del Tricolor en Mundiales, y no precisamente mandando la crónica. Era el Azteca sucursal Nuremberg, y en esas situaciones, estoy convencido de que hasta el más apático dobla las manitas y se pone a cantar el Sinha-o-patria con harto fervor.
De verdad estuvo de locos. Por la mañana me había impactado la cantidad de naranjitas en el Holanda-Serbia y Montenegro, pero las verdes en Nuremberg no se quedaron nada atrás. A eso agréguenle el factor alcohol y tenemos todo un festín, y eso agréguenle un triunfo del Tri, aunque haya sido contra Gabón y bueno... me vuelvo loco.
En cambio, poco a poco se me borra la rayita. Ya empiezo a pensar que no hay nada más allá de la Santa Cruz Atoyac, y que Plaza Universidad es la frontera con Estados Unidos. Si tuviera hijos, les estaría por comprar un póster mío pa'que lo abrazaran, y de no ser por el messenger, mi realidad se limitaría a un espacio de 10 x 20 cuyo mayor atractivo visual es una imagen de Rocio Durcal que Luis Carrillo guarda en su cartera. Ya ni qué decir de mi vida sentimental, limitada a una ventana de conversación con Emoticons confusos que en realidad dan muy poca materia prima para trabajar.
Eso sí, de esta oficina a otras, hay mucha diferencia. Sé de quienes tienen que inventarse enfermedades para ver el Mundial. Juanito dijo que pitirosporumovale se le metió por el fufurufu y que eso le impidió ir al trabajo (y la permitió ver el 4-2 de Alemania).
Qué bajo han caído, pero si estuviera en su lugar, yo haría lo mismo.
Para Omar Bravo, cómo lo quiero.
1 comment:
lechita, pastel unas cobijas y varios amigos encimados gritando gol en una recamara diseñada para uno, y donde se metieron ocho... bravo jugando a que es grande, el de zapopan que no se arruga, kikin que nos hizo la mañana y el constante chiste del dadada... a veces se quisiera estar en Nurnberg pero hoy bastó estar en Metepec, se le extrañó...
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