Tuesday, March 09, 2010

El día que ColdPlay cayó de mi gracia

No soy un crítico musical, ni nada por el estilo. De hecho, todo lo contrario: soy un facilote. Tengo en mi iPod música de Creed, de los Goo Goo Dolls y de muchas otras bandas catalogadas como las peores de la historia. Es más, tengo RBD en vivo, ¿y qué?, ¿y qué? Y si tengo todo eso, es porque me gustan.

¿Y qué?

Ahora, no soy un crítico musical, pero sí he ido a un chingo de conciertos en mi vida. Desde U2 en Roma, hasta Juanes en Costa Rica. Desde Arjona en el Auditorio, hasta Emmanuel en el Centro Libanés. Todos, por voluntad propia. Y todo porque me fascina el ritual de un concierto, de llegar lo antes posible, ver cómo se llena el lugar, escuchar al telonero si es que hay, consumir los víveres, empedar si es posible y luego disfrutar del ambiente creado por el artista en turno.

Después de tantos conciertos, uno no necesita ser un genio para identificar qué espectáculos están bajo control y cuáles no. Pero sobre todo, uno puede descifrar si un artista es genuino en su desempeño, o si solamente se apega a un guión de manera mecánica sin importarle si conecta o no con su público.

Y ahí, mis estimados amigos, es donde entra ColdPlay. O mejor dicho, el ColdPlay que vi el sábado en el Foro Sol.

En 2003 pude verlos en su primera visita a México en el Palacio, cuando sólo tenían dos álbums. Les abrió Jumbo. Abrieron con Politiks y alternaron rolas del Parachutes y del Rush of Blood indistintamente. Estaba en la pista, y recuerdo que fue un concierto chingonsísimo, con Chris Martin sin más trapo que una t-shirt blanca, misma que quedó cubierta cuando se puso una playera verde del Tri que le aventaron desde abajo.

Chris Martin no es precisamente un gran cantante, jamás lo ha sido. Pero el encanto de ColdPlay estaba en que Chris Martin sustituía la mediocridad de su voz con un feeling musical tremendo. Los otros 3 eran buenos comparsas en un grupo con canciones sencillas pero llegadoras, con arreglos excelentes y montajes austeros, pero elementales.

Todo eso desapareció el domingo. De entrada, Chris Martin estaba completamente agotado desde la primera canción, Violet Hill, sin aire, pero peor aún, sin el menor reparo en hacer algo al respecto. Si no puedes cantar porque la altura te pega o la chingada, entonces dejas de correr como tarado por todo el escenario para poder entonar las notas básicas, ¿no? Digo, es un concierto de ColdPlay, no el Lago de los Cisnes. Porque una cosa es dejar que el público coree ciertas partes de la canción, y otra muy distinta es olvidarte por completo de la estrofa y enunciar (ya ni siquiera entonar) partes de Yellow y Clocks a cuentagotas.

Todas las bandas tienen una segunda voz bien entonada que los soporte por si acaso. De Bono es The Edge, de Kapranos es Nick McCarthy, de LaBrie es Petrucci, etc. En el caso de ColdPlay, es Will Champion, el baterista. Pues no fue una, ni dos, ni tres, sino un pinche chingo de veces en que Champion quedó como voz principal, mientras Chris Martin se quedaba pajareando, o saludando, o tirado en el piso delirando con las estrellas. Yo no sé si traía un pasón, o qué, pero su distracción iba más allá de una emoción (“emoción”) por estar en México.

Sin duda hubo buenos momentos, como la versión electrónica-rara de God put a smile, mezcladita con Talk, que además resultan ser dos de mis favoritas de ColdPlay, o también con The Hardest Part o The Scientist. Pero esos momentos pudieron haber sido muchos, muchos más. Lástima que se quedaron cortos, y mucho tuvo que ver también el sonido, al que le faltó mucha pero mucha potencia.

Y de ritmo ni hablamos. En todo concierto hay momentos de transición que deben ser llenados por ciertos distractores que no dejen caer la intensidad del momento. Después de que estos monos cantaron Shiver (buena intención, pero poco volumen), los dos escenarios se quedaron vacíos por tanto tiempo, que mucha gente se empezó a salir pensando que había acabado el concierto, antes que reanudaran con Politiks. Cha-físima.

El resto de mis conocidos que fueron al concierto salieron satisfechos del Foro Sol. Yo se lo atribuyo a que el showcito está ideado para que te vayas con el “Ooo-ooh ooo-aaah ooo-oooh ooh” de Viva la Vida en la cabezota, lo cual es un momento que crea el público y no la banda. En México nos encanta sentirnos parte, y está chido. Pero eso no hace el del sábado un buen concierto. Vaya, ni siquiera los fuegos artificiales fueron para recordarse. En el grito de Independencia de Cuajimalpa vi unos cuetes más chingones, carajo.

Yo había defendido a ColdPlay a pesar de todo, porque en general el último disco no es malo. Viva la Vida es pegajosa y casi todas están cotorronas. Pero después de ver el teatrito fallido, me quedó un pésimo sabor de boca. En el 2003, salí extasiado y prometí verlos cada vez que vinieran. Pero como ellos mismos dicen…

But that was when they ruled the world.

7 comments:

In phidelio said...

Coldplay plagió un sinnúmero de cosas para el concepto Viva La Vida.

Lo único que no puedes copiar es la energía sobre el escenario y el modo en que actúas en un show. La respiración es de cada quién, y la grandeza también. Ellos son unos wannabes multitudinarios.

Amo Politik y The Hardest Part. Punto

humantree said...

Pos yo iré más tarde al 3 de marzo a ver qué tal, será mi primera vez, ya le contaré.

Anonymous said...

falta de sonido, falta de escenario, falta de conexion con la gente (y mira que fue tribunero...habla mejor español que mis papas y eso que llevan viviendo en México mas de 25 años) fue un buen concierto...pero solo eso un buen concierto...este tipo de bandas que ya tienen años, fans y dinero tiene que hacer algo extra y no solo hacer payasadas en el evento.

no me gusto.

HMI

Miranda Hooker said...

aqui aplica #elgranchale.

¿Juanes en Costa Rica? Esa anécdota la quiero conocer.

humantree said...

¡Me gustó mucho!
Posiblemente la altura tapatía le ayudó a la voz o de plano soy poco exigente en asuntos de masas y música. Lo disfrutamos.

W.J. Porter said...

Lo mas triste de todo es que yo si llegue a pasar un 16 de septiembre en la fiesta de la delegacion en Cuajimalpa.

Contra-esquina said...

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A dos cuadras del arte