Thursday, September 17, 2009

Pendientes

Es extraña la función que tienen los pendientes en la vida de uno. Una categoría extraña, incategorizable, digamos. ¿Qué son los pendientes? Todo el mundo los tiene, todo el mundo se quiere deshacer de ellos, pocas veces actuamos a tiempo para quitarlos (si no, no serían del todo pendientes), y día con día vuelven a nacer nuevos pendientes que a la vez catalizan la vida.

Pueden ser absolutamente banales, hasta muy trascendentales. O las dos. Por ejemplo, Cuando ves que un limpiapabrisas te empieza a fallar, es un pendiente no urgente. Pero como no lo es, tons lo dejas, y empieza a deteriorarse más, y más, y más, hasta que llega un punto en que no limpia una chingada y deja de ser un pendiente banal para convertirse en un pendiente que de no resolverse puede provocar que te estampes en un pinche semáforo.

“Traigo ahí unos pendientitos”. Esa frase me puede pellizcar el riñón, porque normalmente se usa de pretexto cajonero para no hacer algo. Oye qué transa, ¿por qué no vas a la fiesta? No ps, traigo ahí unos pendientitos. Grrrrrrr. Meaning = no se me hinchó el izquierdo para ir.

Los pendientes son como las hojas que caen del árbol que está enfrente de tu casa. Los barres en algún momento del día, de manera responsable, pero sabes que esa satisfacción es pasajera, porque mañana volverán a caer más hojas, inevitablemente. Y si no las barres, al día siguiente tendrás esa carga de trabajo al cuadrado. Y si te vuelves a hacer pendejo, al cubo papá. Y así. Así que más nos vale barrer día con día las hojas pendientes.

(Barata manera de ilustrar al lector la idea sugerida)

Alguna vez he llegado a estar sin un solo pendiente. Son momentos muy cortos, pero sí existen. Y no sé, algo pasa, como que si no hay pendientes… me los busco. O bien, empiezo a tragar. Entonces entiendo que los pendientes tienen una razón de ser. Tal vez no lo hayan razonado, pero cuando no hay pendientes es cuando a uno le brotan esas maravillosas ideas de, “ay, voy a reacomodar mis cajones” o “ay, voy a hacer limpia de ropa”. Porque con pendientes de verdad, a uno ni se le cruza por la mente ese desmadre, y la vida puede pasar alegremente y uno seguirá haciendo a un lado esas 5 camisas que sobreviven en tu clóset esperando el día en que te las pongas “cuando bajes de peso” o “cuando necesita un disfraz ochenteno”.

Pamplinas (amo esa palabra).

Ante el exceso de pendientes, suele cundir la desesperación. Identifiquemos esos instantes cuando uno tiene ganas de llorar nomás porque sí. No hay por dónde empezar, porque el viento se vino fuerte y las hojas se acumulan al doble de velocidad. O al triple. Ahí lo que procede es uno a la vez. Resolver lo que debe ser inmediato, y así sucesivamente. En estos tiempos de Facebook, en vez de poner manos a la obra, muchos recurren a ir a “abrir una galletita” (me zurran las galletitas en vivo, peor las virtuales). Y como dice “Relájate, tus problemas no son tan serios como parecen” tons se chingó el pedo y los pendientes abrumadores se vuelven granos de arena que con un soplido se van, y a sobarse el vientre. No, pues ni uno ni otro.

Últimamente resolví varios pendientes que tenía incrustados. Asuntos que no podían ser postergados, y otros más que sí, pero que decidí adelantar antes de irme de vacaciones. Ya había comentado por aquí que mis vacaciones son como mi AñoNuevo, y con él vienen los propósitos y las reflexiones (las uvas no, porque ps cómo).

En realidad, me voy tranquilo a la aventura, con suficientes pendientes resueltos como para no irme preocupado, y a la vez con otros pendientes pendientes como para volver y no tardarme en encontrarlos. Como por ejemplo, este post era un pendiente, y pendiente está el tradicional de las lecciones. Todo en su justa medida y a su tiempo.

Hay suficiente vida para resolverlos todos.


Para Omar Alberto. Gracias por tan sutil manera de decir, ya postea pinche huevón, jaja. Se agradece.

2 comments:

In phidelio said...

Totalmente: las vacaciones son como un Año Nuevo. Mira que tú has tenido años nuevos trabajando a tope, así que cobra más sentillo ello.

Ya habías tardado en postear y, sí, era un pendiente.

Miranda Hooker said...

Como en otoño es mi cumpleaños, mi pendiente es tener una cosecha personal de crecimiento. Asi como se caen las hojas, que se vaya lo que tenga que irse.

Felicidades por tus vacaciones.