Thursday, December 11, 2008

La Casa de la Bugambilia

Lindo es estar en un lugar que, por el trato que recibiste durante mucho tiempo, siempre consideraste tu casa. A pesar de que ha comenzado una nueva época en la Casa de la Bugambilia, ella, sus integrantes y yo tenemos un historial digno de contar.

Los recuerdos están en azul y blanco. Las fotos de mi primera vez como mascota de la Máquina, incluyen una sesión previa en el jardín de la CDLB y en su Superama aledaño. Por aquellos años 85,86, yo acudía fervientemente entre y fines de semana con mis primos Pepe, Elda y Toño, que siempre aguantaban al pinche primo berrinchudo a pesar de los zafarranchitos y los pesares. Era pesadito… pero eso sí, tenía mis ratos de agradable.

Visitar esa casa era la diversión pura y fina desde mis 4 años. La puerta del garage era la portería en la que Toño y yo jugábamos, casi siempre, partidos a 100 goles. Jaja, se valía chicle, o sea, meter un gol si la bola tocaba la puerta, dos si la tocaba luego luego otra vez, tres , cuatro, cinco… O bien, series de penales en las que elegíamos equipos determinados como Cruz Azul de los 70’s (en ese entonces la gloria no estaba tan lejana), o la Unión Soviética de Dasaev y Mijailichenko.

También estaba el 1-2-3 calabaza, cuyo origen es bastante incierto, y dudo que alguien más lo haya conocido. Era una real y auténtica pendejada, pero la pendejada más divertida del universo. Alguien contaba pegado a la pared, dándole la espalda a los demás, decía 1-2-3 calabaza, y en ese lapso esos demás corrían hacia la pared, pero en cuanto volteaba el contador, se quedaban tiesos. Ganaba el contador si éste los hacía moverse o reir sin tocarlos. Les dije, una maravillosa pendejada.

Mi tía siempre tuvo aditamentos culinarios para chicos y grandes. Mientras ella cocinaba repostería de la época (roscas en enero, panes en noviembre, fruitcake en diciembre, etc.), nosotros le pegábamos al Chocomilk de Fresa en vasos gigantescos con popotes de vueltecitas integrados. Uno aspiraba con singular alegría la leche… y de vez en cuando soplaba para hacer burbujas cotorras.

El olor era peculiar. Estaba, como siempre, la camionetotota de mi tío Cando, una lancha que transpiraba a piel caliente rostizada por el sol. El piso era de parqué, y ahí convivíamos con el 2XL que hace rato me encontré y me robó una sonrisota. Chabelo era parte del menú los domingos por la mañana, minutos después de Odisea Burbujas. Las croquetas de pollo de mi tía no me gustaban en un inicio, luego era imposible soltarlas.

Y así. Hartos recuerdos habitan en esta casa de la que hoy soy huésped. Mucho ha cambiado desde aquella época con la partida de mi tío, la migración estudiantil/laboral de mis primos a EU, y los diversos giros que hemos tomado todos los demás. Ahora hay dos felinos, y a mí se me empieza a conocer como El Señor de los Gatos (jaja, naaa, no tanto, pero qué mote tan chingón).

Si la metemos en una comparación con el Purgatorio, la CDLB es ampliamente, infinitamente, estúpidamente mejor como casa. Nada más, un ejemplo de botepronto: el Purgatorio tenía una mesititita en la que reposaban el micro y la licuadora, y ahí mismo, en espacios reducidos, había que ingeniárselas para picar lo picable y preparar lo preparable. Su estufa tenía cuatro parrillas. Dos no servían, una sí, y otra a la mitad. La CDLB tiene una mesotototoTOTOta en la que se puede rebanar una vaca acostada y tres borregos. Hay instrumentos hasta que abrir las vainas de los chícharos. Su estufa tiene cuatro parrillas, cada una va de acuerdo a la intensidad de flama que necesites.

Mi tía sigue ahí, una máquina incansable de cuidar lo suyo, entre hijos, mascotas, bienes y ahora... sobrino. Y por más que la instalación cocinera me sorprenda, es un intangible lo que me tiene cochinamente feliz en la Casa de la Bugambilia: el valor de ser parte de algo más que una bóveda personal.


Para el Purgatorio, que dentro de todo, por supuesto, se extraña.

6 comments:

Anonymous said...

Esta misma semana hablábamos de lugares especiales que podían ser ínfimos o grandes, pero que eran nuestros. Lo más impactante es regresar a un lugar en el que conviven los habitantes, los fantasmas y los recuerdos.

Plaqueta said...

¿Y la bugambilia? ¿En té o en árbol?

Marco said...

Conocía también el juego de 1 2 3 calabaza... En esas épocas era muy bueno pero como lo describes sí parece una pendejada jeje

Saludos

Anonymous said...

Mi estimado Residente Plenipotenciario de la República del Purgatorio,

Un gusto y un honor poder contar contigo en la morada.
Bien dices q fue, es y será tu casa (ahora más), siempre bienvenido.
Recuerdos imborrables sin duda los popotes y las cascaritas a cien goles q dejaron mejor técnica individual que la del mismisimo Zidane..jajaj...

Un agradecimiento por recordar todas estas cosas, sobretodo los jueguitos bobos q en aquellos tiempos eran la neta.

Un abrazo Grande...

pd. nomás no dejes morir de hambre y sed a los gatos. Ellos mandan.

Anonymous said...

Varias cosas:
1. No esta chido tu apodo del Sr. de los Gatos. Si me lo dices me imagino a un viejito solteron lleno de gatos o al Sr. Smithers.
2. Qué raro es ahora saber que eres un residente más de la CDLB, segunda casa de todos nosotros!!
3. Te faltó recordar las bajadas de sentón por las escaleras y la historia de la niña que se cortó la lengua.
4. Esta navidad te toca ayudarle a mi tía, quiero ver q tal aprendes a preparar el fruit cake.

PD.... No bajes de sentón las escaleras ni te cuelgues del barandal por más tentador que sea. :P

Anonymous said...

El Quik de fresa, sabor y olor se lleva las palmas... meter el balón en la maceta, el balón blanco con verde que Toño nunca prestó, el agua de jamaica, el hola hola de mi tío cando llegando a la casa, la peda rara con rodrigo, chon y toño...