Friday, May 25, 2007

Ni pagando las canciones

Regla número 1 del Purgatorio: El que paga los mariachis, escoge las canciones.

¿Se acuerdan del mentado “hoy, hoy, hoy” que hizo famoso Fox en su campaña? (¿y que a final de cuentas sirvió pa’pura madre a la hora de los catorrazos?). Pues al igual que el de las Botas, para fijar la autoridad que me concede el haberme autonombrado Jeque u.n.i.c.o. y absoluto del Purgatorio, me he empeñado en repetir esta norma prioritaria de mi hogar hasta que mi hermano se la sepa de memoria.

Porque para como es mi hermano, ni las campañas de Alazraki de Territorio Telcel que veíamos hasta en la chingada sopa son suficientes. A Rodrigo hay que repetirle una y otra y otra y otra vez lo que hay que hacer para apenas ver si hay una remota posibilidad de que se le hinche un poquito uno de sus volovanes y esperar a que se anime, por el bien de la humanidad, a intentar atender una de las tantas tareas que le corresponden en el Purgatoire (en francés coloquial).

Una de las más simples que le he encomendado (si es que a eso se le puede llamar “tarea”) es que se comunique conmigo cada vez que llegue al hogar para ya no salir más, sea a las 8 pm o a las 3 am. Esto por el bien de mis nervios y de la acidez emocional de mi señora madre, quien me exige un reporte vial de las actividades de Rodrigo cada 4 o 4:30 minutos, dependiendo el día y qué tan impertinente haya amanecido. Pues bien, sólo basta un llamada o un mensajito con un “Ya llegué” para que esta asignatura de mi carnal sea palomeada. Pero se me olvida que estoy tratando con un individuo que me pide dinero para comprar su bata escolar en mayo (no en agosto, cuando inician las clases), y esto sólo porque se la pidieron como requisito indispensable para presentar su examen de química (qué importa si le caen unas gotitas de ácido sulfúrico en la piel… lo importante es el examen).

Todo esto viene a colación por lo sucedido el viernes 18. Alrededor de las 4 am me despego del sabroso festejo cumpleañero de mi carnal ‘U Figo Chewbaccinha’, a.k.a. Etzel Espinosa, y de trayecto al Purgas (apócope de Purgatorio) caigo en la cuenta de que Rodrigo no se ha reportado. Supongo, como buen samaritano, que el muchacho ya habrá llegado al departamento, pero como mi madre se encargó de empotrarme el chip de la histeria familiar, no puedo estar en santa paz hasta no constatar lo anterior. Háblele y háblele, y aquel no contesta.

El momento se presta pa’que suba la marea. Llego al edificio, encierro el coche (encerrar, como si se fuera a escapar) y subo al departamento para enfocar mis paranoicas energías de la búsqueda telefónica en la comodidad de mi hogar. Pero oh sorpresa la que me encuentro al intentar abrir la primera de las dos puertas que anteceden la entrada al glorioso Purgatorio. Como el portero no ha aseado el edificio desde que Ruiz Cortines ganó su elección, las chapas están ligeramente duras, y, ¿porqué no?, precisamente ese día, en ese preciso y chingado momento, se le ocurrió ya no girar más.

Sinopsis: me encuentro afuera de mi departamento, medio pedales, con un chingo de frío y nervioso por mi hermano. Le marco al puberto una vez más y surprise: escucho el ringtone del celular de mi hermano, el que le puso de una canción de Reik o Lu o uno de esos grupos mamones, sonando adentro del Purgas. Aquí vienen los senderos que se bifurcan, o lo que es lo mismo, una buena y una mala. La buena es que Rodrigo ya llegó. La mala es que no puedo abrir, y el móvil de mi carnal está en la repisa de la entrada, a años luz en términos de sueño de mi hermano, por lo cual es casi imposible que lo escuche.

Ahora bien, viendo el lado Coca-Cola de la vida, ya “solamente” tenía una objetivo por conseguir: entrar a mi casa. Y, ¿qué tan jetón puede estar mi hermano para no abrirme?. Pues mucho. Muchísimo. Marco a su cel y lo oigo más yo de este lado de la madera. Hablo a su nextel y nada. Toco la puerta, ni cosquillas. Pellizco el timbre una y otra vez… ni sus luces. Ya son casi las 5 am. En un último intento desesperado, tomo mi dos celulares, digito al mismo tiempo cada uno de los dos números de Rodrigo, y simultáneamente embato contra la puerta y toco el timbre como desquiciado. Ahí, justo ahí me doy cuenta que a Rodrigo le puede pasar encima una marcha del SNTE y seguiría jetón por los siglos de los siglos.

Después de tanta planeación estratégica, estoy agotado. Y la u.n.i.c.a. solución viable que vislumbro es una que me denigra como amo y señor del Purgatorio, pero no hay de otra. Bajo a mi coche, mi fiel Avispón, colocome en el asiento de conductor, giro p’atrás la perilla, y a momir. Yo, el tirano del Purgatorio, gobernante de altura, el que paga los mariachis, durmiendo en mi coche.

Por ahí de las 9 am me despierto, todo madreado, torcido y maldormido, y anhelo, ruego porque mi hermano haya aligerado su sueño. Me hace el favor de contestar con un hipocritísima “¿dónde estás” (tono de teto recién despierto). Afuera de la casa grandísimo zángano, ábreme auuuuuurita. “¿Dónde estabas?” (tono bis). Dormí en el coche, asno de categoría, y get out of my way si no quieres que te tuerza las canicas y las haga en escabeche. Obviamente no pude dormir más.

Sí, ya sé. ¿Por qué me encabrono con mi hermano, si no es su culpa que no haya podido abrir la puerta? Sencillo, porque el que paga los mariachis escoge las canciones, porque cualquier pretexto es bueno para intimidar, y porque con todo y que haya estado madreado, torcido y maldormido, lo último que se pierde es la dignidad… con todo y que ni en mis tiempos de pobre llegué a dormir en coche.

Thursday, May 17, 2007

Olvídenlo

De verdad, olvídenlo. Iluso, crecido, necio y baboso. Azul al fin (azul forever, ni empiecen).
Ya nos vacunaron (¿o fuimos nosotros mismos?). Ahora ni el Chapulín Colorado nos salva. ¿No tienen por ahí un milagrito que les sobre?


Esto es un Copy+Paste de mi dedicatoria anterior: "Para todos los jugadores del Azul. Por lo que más quieran, ¡con huevos carajo!". Quieren mi higado entre cebollas. Ya ni la chingan.

¿Y si pasamos?

Seré breve. Escribo estas líneas unos instantes antes de partir rumbo al Azul, donde se celebrará el segundo Britny Bowl del año. Como ya me han tachado de iluso, de crecido, de necio y de baboso en lo que respecta a mi afición por la Máquina, sólo quiero ser conciso y aterrizado. No somos favoritos. Tampoco lo seríamos contra Chivas, y contra América... menos. Aquí somos el 'underdog'.
Probablemente nos echen. Es lo más seguro porque el Tuzo anda en fuego. Yo sólo me pregunto una cosa: ¿Y si pasamos? Madre del Señor. Quién quita es chicle y pega.


Para todos los jugadores del Azul. Por lo que más quieran, ¡con huevos carajo!

Sunday, May 06, 2007

Cinco odios y un agrado

Wallace Porter es un misterio humano. Tiene la apariencia de un integrante de The Killers, el genio de un científico ruso de la Guerra Fría y un pesimismo mayor al del inconsciente colectivo mexicano. Según él, todos nos vamos a morir mañana y no nos dará tiempo ni de despedirnos de nuestras abuelitas.

A pesar de todo (o mejor dicho, gracias a ello), Wallace es una de las personas con las que más concuerdo en cuanto a cosmovisión se refiere. Salvo cuando predijo que los blogs no se volverían a poner de moda y que abrir u.n.i.c.o. era una rifada innecesaria (luego lo tuvimos reviviendo porterama), casi siempre coincidimos en mentadas de madre y antojos femeninos.

Así, llegamos al momento en que WJP me ha dejado tarea. Una madre llamada "batón". Para los no familiarizados con el concepto (yo no lo estaba hasta hace unos días) el batón es un código de comunicación bloggero, en el que a alguien se le ocurre un formato de información que comparte con la blogósfera y a la vez se lo receta a alguien más para que cubra esos mismos datos con sus ideas. Algo así como unos de aquellos forwards mamones en los que llenabas pendejadas como, '¿quién te gusta?' y '¿de qué color son tus calzones favoritos?'. Así, pero más cool. Mucho más cool.

En esta ocasión, la categoría fue Cinco odios y un agrado. Sin más pompa (que ya eché mucha), ahí les va (Misión cumplida Wallace):

1. Odio ver a alguien limarse las uñas. No lo tolero. Es más, con el simple hecho de ver la lima ya valió madres. Me basta imaginarlo para sentir "cosita". Una repulsión inexplicable, pero gigantesca.

2. Odio a los Pumas. Con todo mi corazón. Si se hubieran ido a la Primera A yo hubiera sido feliz (Para mayores explicaciones, ir a xosean.blogspot.com. He got me). ¿La razón principal? La eliminación del Invierno 98. Me ardí mucho, sí ¿y qué? A la chingada, los odio.

3. Odio la calabaza. El saborcito como a plastita podrida me es simplemente intolerable. Y si la avientan en caldito o mamadas similares, peor aún. Bueno, ni el olor. Yiagh.

4. Odio las siguientes palabras: secreter, chunchito, esquilmos, sabroso (no sabrosa) y sinergia.

5. Odio la falsa compasión. E.g. Jornada 16 del Clausura 2007, Pachuca 1-0 Querétaro: "Aaaaaay, pobres Gallooooos, que se salveeeeeen". ¡A la chingada! Que se vayan (qué bueno), ¡viva el poder del dinero!

EL AGRADO: Me fascina la sensación de un jueves por la mañana con el periódico en mano. Siento que falta una vida para regresar a trabajar. Es un instante, dura nada, pero es maravilloso.

Ahora bien, si no entendí mal, tengo que hacer lo siguiente. Pasó este batón a:

- Inphidelio.
- Xosean.
- Hostal París.


Para "Lupita", quien ni de chiste, ni de lejos, ni de broma, será un persona que odie, sino todo lo contrario. Gracias Ari.