Tuesday, December 18, 2007

Roppongi

PRÓLOGO

Salí a ver qué pasaba, y la noche me reventó la imaginación. Roppongi es un remedo de la Zona Rosa, y si de por sí la Pinky es fea, ahora imagínense lo mismo pero en japonés, sin certeza de los lugares y con el miedo que ello acarrea. En mi primero de dos sábados en Tokio, me lancé una vez acabada la chamba y parecía renacuajo en estanque de cocodrilos. Yo, semejante gorilón como dice mi madre, mostré lo sacatón, agaché la cabezota (¿qué más puede uno agachar?) y caminé y caminé y caminé sin meterme en lugar alguno. Pura frustración. Así que para no irme con la espinota clavada, para mi segundo sábado decidí regresar pero en serio. Me dije a mí mismo, mi mismo, te vas a meter al lugar que se te antoje meterte y mínimo una chela. Sin complejos. Mi mismo asintió y nos lanzamos a la acción.

PRIMER ACTO

Escaleras para abajo, empujo la puerta y uno de esos pubs típicos para extranjeros. Un lugar disponible en la barra y a mi lado un japonés, a su lado una güerota, luego un ruco que se parecía a Jacques Cousteau (a mí se me hace que ya le custó) y el hijo de Sammy Davis Jr. Pido una Asahi (buena, por cierto) y el jap me saca platica en inglés medio masticado. La güera interviene y entre que me traduce y me platica. Después de contarles a qué iba a Japón, devolví la pregunta. “I’m a buddist priest” (aaaah cabrón! Y tan pedote me saliste…). And this is my wife (aaaaandale chiquito, mira nomás)”. Él tiene 47, ella 29 y es sueca. ¿Qué coños hace una sueca en Japón dando clases de inglés y casada con un sacerdote budista? Yo creo que es el seks apil.

SEGUNDO ACTO

Escaleras para arriba, ábrete Sésamo y el paraíso. Seventh heaven o algo así. Sólo que el paraíso costaba mucho dinero (700 varos el cover con dos chupes y ‘sin límite de tiempo’, me dijeron. 300 el privado y de lejos, naaaah, no sale, jaja). Eso sí, calidad calidad.

TERCER ACTO

Un edificio que bien podría estar ubicado en la Guerrero por su apariencia, pero es Tokio y ahí no pasa nada (hay que señalar que los japones instalan sus lugares de esparcimiento en edificios, como los inquilinos del desmadre).

a) Tecleo tercer piso y llego a un departamento cuya sala-comedor está atiborrada de artefectos y utensilios dedicados a la exaltación y creatividad de las actividades físico-vigorosas. O sea, una sex-shop. Nadie atendía. Llegué a pensar que era un museo, porque dudo que alguien se atreva a ponerse lo que ví. Unas cosas acá con filos y cuerdas y cuero, y al menos en las fotos parecían muy poco cómodas. Digna de mencionarse, una máscara como la de Hannibal Lecter, pero con una bola de beisbol en medio, lista para morderse. Naughty naughty naughty.

b) Tecleo cuarto piso y cerrado.

c) Quinto piso y algo que nunca en mi pinche vida había visto y pienso que no veré jamás. En la entrada el letrero decía “Valentine’s call”. El empleado me ve y me muestra una cartulina que palabras más palabras menos rezaba: “La ‘esclava’ sólo habla japonés, en inglés no se le puede atender. Lo sentimos mucho”. Pensé, ah caray, si en el lenguaje del amor y de las cochinadas el idioma no importa. Seguí investigando y después de varios ademanes poco agradables del monito éste, supe de qué se trataba el manicomio en el que me encontraba. Resulta que los jap’s se meten a un cuartito donde hay tele, DVD, grabadora y teléfono, y de ahí marcan a una mujer que, como me advirtieron, sólo atiende en japonés. O sea, pagan para que… ejem, ehhh (nenas, tápense los ojitos), los muchachos se estimulen hasta la saciedad.

d) Ya no quise subir al sexto. ¿Qué seguía? ¿Zoofilias y perversiones vegetales? Ahí muere. Bajé todo tarado, pero en cuanto empecé a caminar me cagué de la risa. ¿Por qué no?... ¡Otro edificio!

CUARTO ACTO

Piso 1: un bar de jazz en el que convivían unos gandules que bien podían haber sido Pepe Toño y su pandilla (te lo juro Pip, y lo digo en el buen sentido, acá todos guajiros y alucinados). Piso 2: un bar de chicas al que no me dejaron entrar por no ser japonés. De la que se perdieron. Piso 3: Only club members. Que se lo coman con queso. Piso 4: La azotea, va de regreso.

QUINTO ACTO

Regresé a la calle principal y de repente oí en un sótano música guapachosa y dije de aquí soy. Otra vez en diálogo con mí mismo: uno, dos, tres quiebres cantinflescos de los míos y seguro caen redonditas las niponas. Ajá guey, cómo no. El bar era de brasileños, que por cierto, se mueven muy cabrón. Y todas sus parejas eran japonesas, que por cierto, las movían aún más cabrón. Eran como Selinas pero con el tambo más moldeado y caras de Yoko Ono. Yo petrificado. Y luego de otra chela, el DJ se avienta la puntada. ‘This is the last song’. Y que le cae caca al mole: el inconfundible tonito de voz del hígado de Luis Miguel. Hazme el c. favor, Luis Miguel en Tokio. Odio a Luis Miguel, el artista más sobrevalorado de nuestros días. El guey saca un disco con tres versiones de Alvin y las Ardillitas y vende 345 millones de copias tan solo en su primer fin de semana. Lo detesto. Fue el signo de que debía seguir.

SEXTO ACTO

Ya me encaminaba al hotel cuando leí la palabra mágica: masajes. No sabía si era del normal, del terapéutico o del de happy ending. Pues entré y ninguno de los tres. Eran unas chinas que hacían masajes en los pies. Pagué 30 minutos y qué cosa. Me quedé jetón luego luego de que me aplicaron la cubetita del pedicure (no manches qué chingón, ya sé porqué a las viejas les gusta tanto). El primer pellizcón a la planta me dolió a madres, pero ya no los subsecuentes. Y me vistieron con una pijamita como de kimono pero con tela de escocés y kimono me veía. Parecía William Wallace en la pubertad.

EPÍLOGO

Un tipo de Uzbekistán me vende un kebab (misma premisa que con la Georgia de Kakha Kaladze: ¿algún día conoceré Uzbekistán? ¿algún día conoceré a alguien más de Uzbekistán? ¿todavía existe Uzbekistán?). Me dijo que si lo quería con salsa y me ofendió. Sacó el frasco y me mostró una Cholula. ¡Uuuuuy pues lo que el viento a Juárez güerito! Dicho y hecho. Pero agárrate en el hotel. Después de 10 días de puro gohan, el kebab me retuvo una horita en el baño. Nunca tantas rarezas en una noche, nunca tanta sorpresa en un viaje. Esas horas en Roppongi, dignas de recordarse.


Para Soko y Ulrika, vaya especímenes.

15 comments:

Anonymous said...

Varios (¿ya dije varios?) términos en tu post me parecieron conocidos, unos muy conocidos por cierto.

Tanto desmadre para que no quieras entrar al sexto piso sólo se resume en una palabra contradictoria de acuerdo a lo que viste: pussy.

Tás re pendejo con lo de Luis Miguel. Si se escucha acá, se escucha allá y se escuchá acullá, quizá el pendejo no sea él. Me da gusto que hayas ido al otro lado del mundo a comprobarlo.

¿Será cierto que las orientales son las mejores amantes del mundo?

Anonymous said...

Supongo traes la respuesta a la última pregunta de mi comentario anterior.

Anonymous said...

que te dijeron las japs de sus juanetes, ojos de fish y pie de acleta ??

HMI

Anonymous said...

Qué viaje tan más divertido, no paro de reír.

Definitivamente, lo mejor de todo fue Luis Miguel, no cabe duda que ese muchacho es nuestra "joya internacional".

xosean said...

¿Guajiros y alucinados? Jajajaja, ahora sí me hiciste reír, nunca pensé que fuera para alguien un tipo guajiro y alucinado. Pero agradezco la deferencia de la referencia en tu gustadísimo blog, que por cierto en la entrega de ahora fue algo alucinante y que no creo que yo me hubiera aventado a hacer. Sos un valiente.

Ricardo Otero said...

Que p*nch* fiasco ir al otro lado del mundo para escuchar al p*nd*j*t* de Luis Migay... Yo habría regresado bien traumado, con una imperiosa necesidad de 2 mil horas de terapia psicológica.

Anonymous said...

No cabe duda q LUIS MIGUEL es un GRANDE!!!

Anonymous said...

¿Porque? easy

es el incodicional, el mismo de ayer, el sol, el hombre q busca una mujer, por q es como quiere ser, porq el q quiera q lo quiera el q no q no lo quiera y bueno sobra decir es un GRANDE

Jorge Jair Melendez said...

Wow!!!
Te felicito... te sumergiste sin tanque de oxígeno en el asqueroso y depravado mundo de los putos takas y sobreviviste... Espero que en las próximas semanas no notemos un rasgamiento gradual de tus ojos...
Y no es por nada, pero ojalá y si, acaso, le pasaste la mano por encima en algún momento a uno de esos especímenes sub humanos, nos lo digas para que, entonces, compre tres docenas de guantes para que no infectes a toda la redacción y al rato no nos quedemos sin reporteros, editores y diseñadores.
Para colmo, pinches takas, amontonan toda su puerca cultura en tan poco espacio que, bueeeeno... Lo único que me alegra es que nadie nunca te va a contar sobre ese tipo de cosas, lo viviste y creo que eso ya habla bien de tu experiencia viajera.

azm said...

sabes mano que cuando e siento mal o deprimido o quiero poner una bomba en la oficina o me sale lo jodido quejumbroso, vengo a ver tu blog... siempre es garantía de que me voy a reir... gracias totales y navideñas

Anonymous said...

feliz navidad, scrooge.

David el Terrible said...

Qué tal las japonesitas? Pasan?

xosean said...

¿Es cierto eso que dicen sobre la teoría del pubis horizontal de las japonesas?

Anonymous said...

Hermoso, realmente hermoso. Pensé que Roppongi era el nombre de algún Taka taka impertinente.

Marlene Valle said...

Bueno este es por mucho es mi favorito.. sobre todo porque comparto cada una de tus ideas respecto a Luis Miguel...
Jaja que padre viaje!!