Friday, May 21, 2010

¿Cómo le voy a hacer para vivir sin ti?

Eres caprichosa. De repente creo que vas para un lado, y volteas, te arrancas hacia otra dirección, con otra cara, con otro gesto. Mutas de melosa en furiosa. Me haces creer que me entiendes, me hago creer que te entiendo, y no, siempre resulta que todo es un engaño. Pienso, invierto horas en tu comprensión, me invitas a pasar y en la puerta te arrepientes, me la azotas en la cara. ¿Qué te crees? ¿El amor de mi vida?

Así he pasado 6 años de mi vida con LOST. Yo, y otros millones de personas también. Muchos comenzaron como yo, descubriendo una imagen al azar en la tele, capturados por Kate, por Jack, por Sawyer, por ver coreanos hablando en su idioma en primetime, por ver el cebo de Hurley. O la cara de Locke. Luego, compraron los DVD para ponerse al corriente. Y, o la soltaron por desesperados, o nunca más se desprendieron de ella.

¿De qué trata LOST? Lo único en que todos coincidimos es, la historia de un avión que se estrella en una isla desierta y la lucha de los pasajeros por sobrevivir. De ahí para adelante podemos debraiar en cualquier cosa. La lucha entre el bien y el mal, la ciencia y la fe, el destino y el libre albedrío. Sin embargo, me permito poner una escena clave cuyo trasfondo encapsula la serie. Pertenece al piloto, una de las primeras escenas grabadas...



LOST es una mujer del Siglo XXI. Mística y indescifrable. El que quiera comprenderla morirá en el intento, sólo hay que clavarse, cuidarla, y quererla. Pero ya se acabó. Se va a ir y nos va a dejar intrigados, con mil preguntas en la boca. Muy a su estilo, nos dirá que no había final. Que el viaje en sí era la aventura, y que más vale que la hayamos disfrutado. Nosotros lloraremos, nos quejaremos, haremos berrinche, y al final sonreiremos. Todos, a la vez, nos vamos a ir buscando refugio en otra. Nos iremos, pero preguntando...

¿Cómo le voy a hacer para vivir sin ti?

Para JJ Abrams.

P.D. No escribiré del final, al menos es mi intención. Prefiero hablar a priori. Dejo aquí mi escena favorita for ever and ever. La he visto mil veces y la seguiré viendo por los siglos de los siglos.

"They come, they fight, they corrupt, they destroy... it always ends the same..."

Wednesday, May 19, 2010

HBC


Heliodoro Briseño Cervantes, mi bisabuelo. Se casó con Alvara Reséndiz, quien tenía 13 años. Tuvo 4 hijos con ella, mujer alta, morena y de ojos claros, que murió a los 18, un día que tenía una fiebre incontrolable y se tomó un vaso con agua que le provocó una pulmonía fulminante. Hombre de ascendencia española, con acento gachupín. Educado, informado, leía el periódico de atrás para adelante. Bigote prominente. Serio. Trabajador, caballeroso, siempre le dio su lugar a su nuera, mi abuela, casada con el mayor de sus hijos, Heliodoro Briseño Reséndiz. Desayunaba fuerte: gorditas, carne, cecina, longaniza. Cenaba igual. Viudo, encontró otra mujer en Jilotepec, con la que tuvo dos hijos más. Uno de ellos, taxista. Murió de un coma diabético.

Se peinaba como yo, ja.

Wednesday, May 12, 2010

Boom

Por un lado, Julia le escribe cartas a una amiga que jamás ha visto en persona. Le cuenta cómo la cocina se convirtió en su fascinación al buscar una manera de no perder el tiempo mientras su esposo hace labores diplomáticas. Años después, Julia le enseña a cocinar a medio Estados Unidos.

Por otro lado, Julie abre su blog para escribirle al infinito y demostrarse a sí misma que es capaz de completar una tarea. Llueven comentarios, se hace famosa, y después alguien la pesca y se hace una película basada en su historia basada en el libro que escribió Julia.

En el tercer lado del cuadrado estamos mi abuela y yo, echados como vacas en su cama, después de comer un huarache y una gringa, con la película doblada porque Marlene no distingue bien los subtítulos, y en particular yo, con la consigna de explicarle bien bien qué es un blog.

Por último está la tele, que nomás habla y habla y habla.

En todas estas historias, el común denominador es que nadie conoce el destino exacto de sus palabras y sus actos. Mi abuela está bien físicamente, su molestia está en el alma. Han pasado 54 años desde que se casó con mi abuelo, y 2 desde que él murió. Considero absolutamente imposible dejar de hablarle a alguien con quien pasaste tanto tiempo. Aquí peleaban y no eran grandes platicadores entre sí, según entiendo. Mi abuelo era el locutor, y mi abuela reía. También organizaba, mandaba y ahorraba. Ahora es Marlene la de la voz, sin aparente receptor.

¡Pero cómo criticar a mi abuela de hablarle a Afif, si yo escribo cada post sin saber exactamente quién me lee! Manifestarse en internet es un acto de tecnología, salpicadito de fe. ¿O acaso todos tienen certeza de quién leerá sus posts, tweets y gritos en la red?

En las últimas semanas he escrito miles de palabras en una cajita que han encontrado alojamiento en una mente de la que no tenía mayor certeza. Uno que otro dato, por aquí, por allá, nada más. Y fui descubriendo que esa mente estaba conectada conmigo de una manera inexplicable. Mientras más palabras caían, más nodos se entrelazaban. El cero y el uno, el cero y el uno. El uno y el cero, y el uno para el otro.

Las ideas pueden ser más fuertes que las experiencias. Pero más cuando éstas corresponden a la realidad, y de tan reales se vuelve irreal.

No se necesita tener enfrente a alguien para hablarle desde el corazón, con la verdad. Como Julia, como Julie o como mi abuela, que por distintos medios pasaron y pasan dedicándole horas a una devoción intangible. Al final hay una razón gigantesca que no se toca nunca.

Pero que sí se siente... y mucho.